El gobernador en su laberinto
Plagiamos, muy justificadamente, lo creativo de este título de El Gabo, donde hizo un relato (versión libre) de lo que supuso fueron los últimos días de El Libertador. Conjeturas poco arriesgadas, porque, en aquél momento, Simón Bolívar, rumbo a San Pedro Alejandrino, mirando a quienes juraron ser sus aliados despedazar la obra de su vida, no podía suponérsele en un ambiente diferente a un terrible laberinto. Con la salvedad, ¡honrosísima salvedad!, de que Don Simón pasaría a La Eternidad, como el más grande americano, aun mezquino blasón a su gigantesca obra. Hoy, Bolívar, ante sus nuevos adversarios, que por 25 años lo han devaluado hasta más allá de lo imaginable (mucho más que 14 ceros), se agiganta en la conciencia de quienes amamos esta Patria que nos legó y que a partir de mañana volverá a surgir como presea, también meritoria, para un país avasallado por dementes y desleales.
(JAB)