Cada cultura tiene su manera de contar los años. Un pueblito de Escocia está en el año 8.000; los judíos están en el año 5.785; los chinos en el año 4.822 y los árabes en el 1.446. Gran parte del mundo occidental celebra el año 2.025. Sin embargo el año agradable del Señor, no tiene números.
El profeta Isaías proclamó el año agradable del Señor, dentro del tiempo del hombre, un tiempo que se iniciaría con el Verbo, el Cristo, el mesías, hecho carne en un hombre llamado Jesús. El capítulo 61 de Isaías y el capítulo 4 de Lucas lo explican.
Toda nuestra vida debe estar encerrada en el tiempo de Dios. Ese tiempo nunca es temprano y nunca es tarde, porque Dios es eterno, es intemporal. El tiempo de Dios no es igual al tiempo del ser humano, porque este tiempo es cronológico, que se cuenta en años, meses, semanas, horas y segundos.
Toda persona que ha creído en ese Verbo encarnado, goza de los beneficios del año agradable del Señor y el Espíritu de Dios también está sobre nosotros, para que manifestamos su gloria. El tiempo o año terrenal será 2025, pero el que debe arropar al mundo entero es el tiempo de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.
Pastor, Germán Núñez M