Nervioso en el escondite
porque se siente inseguro,
está Nicolás Maduro
con el ánimo muy triste.
Con trajes caros no viste.
Ya no es el hombre violento
porque se le va el aliento
y sabe de las razones.
Sucio tiene los calzones
debido a sus excrementos.
Tiene miedo este grandote
que la gente enardecida,
le produzca alguna herida
y le arranquen el bigote.
Al prenderse el despelote
lo sientan en una silla,
y el pueblo con sus hojillas
en rápida operación:
le bajan el pantalón
y seccionan sus criadillas.
En otro bunker se oculta
un retaco fanfarrón.
Lo apodaron “El Meón”
y es una persona inculta.
Como el temor lo faculta
va de letrina en letrina,
pero su faz asesina,
la conoce el mundo entero,
como si fuese un tetero
se bebe su propia orina.
Al pigmeo la justicia
Lo juzgará poco a poco,
Como imbécil, como loco,
por practicar la sevicia.
La ocasión es muy propicia
ya que se agotó el cartucho.
Con armamento era ducho,
pero suéltenlo en el Zulia
para que pase penurias
en manos de un maracucho.
Otro bunker lo utilizan
los milicianos rastreros.
Pero les tiembla el trasero
y con papel lo tapizan.
Ellos siempre finalizan
enfermos de la tensión.
Temerosos con bastón
y con la piel de gallina,
entregan sus carabinas
y se van del batallón.
Un bunker muy importante
es ese de los lunáticos.
Tienen los rostros dramáticos
y han perdido lo atorrante.
Toman a diario sedantes
El pánico los domina
ya que todo se termina.
Ahí está Jorge escondido,
su gorila preferido,
junto a la Delcy Josefina.
Los alacranes no saben
a dónde irán a parar.
Ya empezaron a llorar
Porque en el avión no caben.
Todo se les pone grave.
Se les ve muy cabizbajos.
Saben que cesó el relajo.
Recuerdan a su mamita,
porque a Benito, un fascista,
lo colgaron boca abajo.
Freddy Belisario Capella.
Texas. 7 de enero de 2025.