• Sáb. Ago 23rd, 2025

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Ronda Dominical: Gotas de Petróleo…o de Turismo

Así bautizó Arístides Borrego M, un programa en “Capital am,” narrado por Adolfo Martínez Alcalá. (La llave de oro, le decían en Caracas) E inquiría a gerentes de empresas petroleras, sobre la posibilidad de expandir el negocio con iniciativas inteligentes. (Recordamos un auto-cambiado de aceite, express, que solo requería un espacio de unos 10 m2). El nombre, luego, lo plagió Lagoven por “Petróleo en Gotas”. Tampoco sabemos la razón de expiración del programa, aunque hoy, nuestra idea, es hablar sobre “gotas de otro petróleo”: El Turismo, tan generoso, y más, que el excrementoso fluido negro que brota espontáneo, casi, de las entrañas del suelo. Refinarlo y expandir el negocio, siempre fue propósito de Pdvsa, hasta el arribo del Socialismo del Siglo XXI, que solo actúa bajo instintito extractivista. E igual debe hacerse con el turismo, porque este negocio tiene más aristas que el petróleo y cada una genera mayor rentabilidad que nuestro ex-oro negro, porque conlleva otras industrias, empleos, desarrollo, progreso, educación de tercer nivel hacia arriba, cultura y mucho más. Carecería de sentido, en este momento, colmar una sala de presuntos cerebros, para que se diseñe una “política” de turismo, recordando la teoría de Luis Herrera: “Cuando quieres que algo no se haga…nombra una comisión”.

Problema básico.
Todos los presidentes, sin excepción, (desde Betancourt hasta Maduro) han tomado al Turismo como mamadera de gallo. Apenas Caldera (I) convocó a Diego Arria, quien en su breve lapso por ese despacho, retocó e hizo conocer los hoteles del Estado, construidos todos por Pérez Jiménez (excepción del Meliá-Puerto La Cruz) y esparcidos por diversas ciudades del país. Pérez Jiménez sí comprendió la importancia del turismo, aunque no la de la democracia. (Otro, ninguna de las dos). C.A. Pérez llamó a Arria a su gobierno, pero no para proseguir la ejecutoria en turismo, sino que lo designó gobernador de Caracas.
Cuando un presidente entienda lo importante de esta materia, puede darse el lujo de olvidar que somos un país petrolero. Esta misma semana supimos que Tokio (Kioto) elevó significativamente el impuesto que paga el turista por visitar esa ciudad, con el propósito de ¡evitar mayor masificación! de visitantes, lo que ya antes habían hecho, Venecia, Capri, Barcelona y otros destinos. Se supone que en el 2024 (el pasado año) ingresó a España un número, tal vez superior, a los 100 millones de turistas. 100 millones de personas a las que debe vendérsele comida, bebidas, espectáculos, suvenires, productos varios, publicidad, transporte interno y felicidad. Esos 100 millones de visitantes impulsan toda la productividad española e ingresan al Tesoro Público más dinero que el petróleo en Venezuela en sus mejores tiempos. Pero los presidentes (el actual, menos) son miopes ante este horizonte. Ni tampoco quienes son y/o han sido gobernadores, ministros, alcaldes y parlamentarios. Todos, con alguna honrosísima excepción, que se nos escapa al recuerdo, son, no solo analfabetos en esta materia, sino que adversan al turismo como si de un enemigo se tratara.

Una gota papaya: 1.500 suites.
Según estudios de los más reputados economistas (2023), en Venezuela existen 12 ciudades con capacidad para impulsar, cada una, inversiones privadas, apoyadas en Capital Político, que acumulen unos mil millones de dólares en global. Se trata de construir en cada ciudad complejos múltiples, que además de hoteles 3 ó 4 estrellas, con suites para 4 personas, contengan mega-mercados, grupos médicos, comercio formal, bancos y otros aspectos fundamentales para la expansión económica. El gobierno (sea cual fuere) no aportaría dinero, pero sí apoyo de su autoridad para agilizar los procesos de permisología y muy importante, para evitar peajes y alcabalas, que son hoy el pan nuestro de cada iniciativa. El gran negocio para el gobierno, es que cada complejo, en lugar de prever utilidades usuales en estos proyectos (para sus promotores), las mismas son destinadas a crear los hoteles, grupos médicos y otros factores, que en conjunto podrían significar más del 50% de lo construido y queda bajo propiedad del Estado venezolano, sin que este haya aportado uno solo de los mil millones necesarios.
Esa pequeña “gota de turismo” permitirá la movilización mínima de 3.750.000 turistas/año, calculados a 2.5 turistas, por suites para 4 personas. Garantizado, porque se estimaría una tarifa de $25 diarios, lo que resultaría atractivo también para países, vecinos en especial, aparte de la masa trabajadora criolla.
Esa pequeña “gota de turismo” podría estar culminada entre 18 y 24 meses, una vez iniciada su construcción y aparte del turismo, será un gran generador de fuentes de trabajo. Al menos 1.5 millones de personas serán requeridas para movilizar esta maquinaria.
Esa pequeña “gota de turismo,” con rango de Zona Franca (LZEE), podría influir hasta en 10% del PIB.

Las ciudades.
Caracas, por obvio, que posteriormente podría alojar otro de estos complejos. El primero se sugiere en el sureste de la capital. La conurbación norte de Anzoátegui (Lecherías-Puerto La Cruz-Barcelona), Margarita, Maturín, Puerto Ordaz, Valencia, Maracay, Barquisimeto, Maracaibo, San Cristóbal, Mérida y La Guaira. Es bastante factible que pueda pensarse en Los Teques y Cabimas, para reemplazar alguna de las antes citadas.

¿Qué se necesita?
Un personaje cuatriboleado, no contaminado con “enchufes” ni tráficos de negocios gubernamentales, pero, respetado por respetable y que sea atendido en las instancias necesarias. Y el Equipo de Trabajo que ha estudiado, analizado y pulido este proyecto, liberado también de vicios. Se trataría del proyecto en su tipo más relevante de Latinoamérica. (José Angel Borrego).

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