
Servir al Señor es algo que quizás todo creyente quiere hacer, pero, ¿En qué medida lo está pensando hacer?, ¿Qué condición piensa tener para servirle?, ¿En que va incursionar en este servicio?.
Hay un nivel en el servicio que demanda consagración, es algo muy serio para Dios a tal punto que en el Antiguo Testamento se estableció unos
sacrificios específicamente para aquellos que se consagraban para Él.
En estos sacrificios para consagración, los que se consagraban debían imponer sus manos sobre el animal indicando que los representaban. Uno de los animales era quemado a ceniza, ¿Qué significa esto?: la demanda de Dios de que el consagrante renuncie a todo su yo para dedicarse única y exclusivamente para Dios. Esto tiene grandes implicaciones para decisiones personales en aquellos que piensan consagrarse al Señor.
Las bases de la consagración no lo establece el creyente, estas las establece Dios y sus demandas son elevadas. Servir a Dios es servirle al Rey, es estar al servicio de un Reino Inconmovible.
