Internet está muerto. Lo que una vez fue una frontera de intercambio abierto e innovación compartida se ha convertido en un pozo negro de lodo algorítmico, propaganda generada por IA y fábricas de spam del tercer mundo. Todas las plataformas principales —X, Facebook, TikTok e Instagram— están invadidas por bots que se hacen pasar por humanos, "creadores de contenido" que venden basura aburrida y actores extranjeros a quienes se les paga una miseria para desestabilizar el discurso occidental. Esto no es progreso. Es una invasión digital, y es hora de contraatacar.
La teoría de “internet muerta» ha surgido como una perspectiva intrigante y preocupante sobre el estado actual de la web. Esta teoría sugiere que gran parte del contenido y la interacción en línea está dominada por bots, algoritmos y sistemas automatizados en lugar de seres humanos reales lo que cambia nuestra percepción de la red, puesto que en general estaríamos interactúan y consumiendo contenido generado más bien por máquinas que por seres humanos, y en tiempos de IA, es incluso más difícil poder diferenciar el origen de esa producción. La teoría de la internet muerta postula que una proporción significativa de la actividad en línea está compuesta por interacciones y contenido generados por bots y algoritmos, más que por usuarios humanos. Esta teoría sugiere que el tráfico web, los comentarios, las publicaciones en redes sociales e incluso el contenido de los sitios web pueden estar dominados por entidades automatizadas.
El término «internet muerta» no tiene una acuñación precisa, pero comenzó a ganar importancia a principios de la década de 2020 en foros y discusiones en línea, particularmente entre aquellos preocupados por la autenticidad de la web. La teoría es una extensión de preocupaciones más amplias sobre la automatización, la inteligencia artificial y la manipulación del contenido en internet, y que sobre todo desde la irrupción de la IA a gran escala, con múltiples herramientas que proponen generar contenido para web o con la generación de bot que emiten comentarios en redes sociales, esta teoría cada vez cobra más sentido.
Seamos claros: Occidente está asediado. No por ejércitos ni misiles, sino por una implacable marea de entropía cultural. Nuestros enemigos no necesitan balas. Utilizan las fronteras abiertas como armas, tanto físicas como digitales, para inundar nuestras sociedades de valores ajenos, agravios tribales y un desprecio nihilista por las tradiciones que forjaron la civilización. Mientras tanto, la obsesión de Silicon Valley con la "conectividad global" ha convertido las redes sociales en un mercado distópico donde cada interacción se mercantiliza, cada opinión es secuestrada por la IA y cada debate es saboteado por intrusos de mala fe. ¿El resultado? Una generación de occidentales atomizados y desmoralizados, despojados de su herencia y engañados para creer que su cultura es la raíz de todo mal.
Esto se acaba ya.
La solución no es una reforma. Es la segregación digital. Voluntaria, sin complejos y arraigada en la firme convicción de que la civilización occidental —su historia, sus valores, su gente— merece ser preservada. Gab ya ha demostrado que este modelo funciona. Al prohibir el tráfico procedente de lugares infernales del tercer mundo, redujimos drásticamente el spam, las estafas y los gastos de moderación. Al rechazar la integración de la IA directamente en nuestra red social, restauramos la auténtica conexión humana. Al imponer una ética prooccidental, creamos un refugio libre del culto globohomo a la diversidad, la equidad y otras palabras de moda marxistas diseñadas para borrar nuestra identidad. Esto no es «exclusión». Es defensa propia.
Dejémonos de cuentos de hadas: el multiculturalismo es un culto a la muerte. Durante décadas, nos han dicho que mezclar todos los sistemas de valores en una masa homogénea crearía una utopía. En cambio, nos ha traído decadencia social, una tensión étnica interminable y una clase dominante que desprecia a los trabajadores y trabajadoras que construyeron esta civilización. La esfera digital refleja este colapso. ¿Por qué un trabajador de una fábrica en Ohio debería verse obligado a "debatir" política con un operador de una granja de troles indios? ¿Por qué una madre en Baviera debería tener su feed inundado de contenido degenerado generado por IA? La respuesta es simple: no deberían. Y no lo tendrán, no si construimos muros.
China lo entendió. Digan lo que digan sobre su autoritarismo, pero la Gran Muralla protegió a su pueblo de la degeneración occidental: la pornografía, el hiperindividualismo, la propaganda implacable para abandonar la tradición. Priorizaron la cohesión cultural por encima de la "apertura" insensata, y su sociedad permanece intacta. No necesitamos totalitarismo. Necesitamos soberanía. Un espacio digital soberano donde los occidentales puedan hablar libremente, relacionarse con los suyos y transmitir sus valores a la siguiente generación sin la interferencia de fuerzas extranjeras hostiles ni de los comisarios progresistas de Silicon Valley.
Esto no es un debate. Es una guerra: una guerra por nuestra cultura, nuestros hijos y nuestro futuro. Toda gran civilización llega a un punto en el que debe elegir entre la rendición y la autopreservación. Gab ha elegido la preservación. Rechazamos al falso dios del globalismo. Rechazamos la mentira de que los valores occidentales son compatibles con la disfunción del tercer mundo. Rechazamos a los oligarcas de Silicon Valley que ven a nuestro pueblo como conejillos de indias para sus experimentos sociales.
Únete a nosotros. Juntos, podemos garantizar que la libertad de expresión prospere en internet.
Si estás harto de que una granja de bots en Bangladesh te sermonee sobre "privilegios", si estás harto de ver tu muro inundado de basura generada por IA, si aún crees en el legado de nuestra historia, cultura y gente, entonces Gab es tu hogar. Esta es la última red social para los verdaderos occidentales. Sin disculpas. Sin concesiones. Sin rendición.
La línea está trazada. ¿De qué lado estás?
Las manifestaciones de la “internet muerta” pueden observarse en varios aspectos del ecosistema en línea, dentro de estas destacan:
- Tráfico Web: Una parte considerable del tráfico en muchos sitios web puede ser atribuida a bots y no a usuarios humanos reales. Estos bots pueden ser utilizados para incrementar artificialmente el número de visitas, influir en algoritmos de búsqueda y generar ingresos publicitarios.
- Comentarios y Foros: Los comentarios en blogs, noticias y foros a menudo están plagados de publicaciones automatizadas. Estos comentarios pueden ser utilizados para promover productos, diseminar desinformación o simplemente crear ruido.
- Redes Sociales: En plataformas como Twitter y Facebook, los bots pueden crear y compartir publicaciones, interactuar con otros usuarios y manipular tendencias. Estas acciones pueden distorsionar la percepción pública y afectar la opinión pública.
- Contenido Automatizado: Muchos sitios web generan contenido automáticamente utilizando algoritmos de IA. Este contenido puede variar desde artículos y noticias hasta reseñas y análisis, y a menudo carece de profundidad y originalidad.