
Psicológicamente la complicidad se refiere al acto de ayudar a otra persona a comportarse de forma inapropiada o ilegal. Sin embargo, no todo es negativo. Hay sus excepciones, por ejemplo, los abuelos con sus nietos. Se dice comúnmente que la complicidad entre abuelos y nietos puede ser una relación especial y enriquecedora. Los abuelos pueden ser confidentes, guías, y modelos a seguir para sus nietos. Sin embargo, hay aquellos abuelos “tóxicos”, que independientemente de sus intenciones, tienen comportamientos que pueden ser perjudiciales para sus nietos y para la estructura familiar en su totalidad. “De todo hay en la Viña del Señor”
Según la RAE la complicidad es la cualidad de una persona al actuar en connivencia, cooperación, colaboración, acuerdo, participación, conchabanza o confabulación. Si analizamos algunos de esos sinónimos, sea el caso de “connivencia”, por ejemplo, tenemos que ella es: “Disimulo o tolerancia en el superior acerca de las transgresiones que cometen sus subordinados contra las reglas o las leyes bajo las cuales viven”. En este caso, a fin de cuentas y según nuestra jerga popular no es otra cosa que una persona “alcahueta” o más eufemísticamente como “Celestina”. Por cierto, que, si hacemos un poquito de memoria, ese fue el título de obra del escritor español Fernando de Rojas (1645-1541), y que en nuestros estudios de bachillerato tuvimos que leer y analizar. Se narra la historia de dos jóvenes enamorados, Calisto y Melibea, y de la Celestina, una alcahueta que les favorece a cumplir su amorío.
En cuanto al significado de “colaboración o participación”, esta complicidad se enmarcaría en algo positivo, bueno o muy bueno. Hasta las Constituciones y leyes modernas exaltan esa conducta como un derecho ciudadano (Articulo 62, CRBV). Entendido, que no se observe ni sienta un interés mezquino por encima, que opaque las intenciones de quien la asuma (Tanto de quien ofrece como del que recibe esa acción).
Por último, en cuanto a la “conchabanza o confabulación “, se observa que el comportamiento tiene un significado que cae en la existencia de un acuerdo “acomodaticio” entre personas, pero, que normalmente tienen fines poco honrados. Y, en cuanto, a la “confabulación”. Siento que esta expresión en sí misma tiene cierto sentido “acido”, que no huele sino más bien “hiede”. Una persona está confabulada con otra al ponerse de acuerdo para realizar algún plan, en general ilícitamente.
Entremos un poco en lo que nos dicen las leyes sobre el vocablo “cómplice”. Su interés está centrado dentro del derecho penal, por supuesto. Todo lo anteriormente expuesto nos dará una orientación acerca de nuestra decisión última cuando por ejemplo nos están “provocando”, insinuando acerca de nuestro deber y derecho al voto. Generalmente, jurídicamente, se define como cómplice a aquel individuo que ayuda a cometer un delito, sea antes, durante o después de cometido. En otras palabras, alguien es cómplice si existe la facilitación y participación en un hecho antijurídico doloso, aunque sin que esa ayuda sea la causante de cometerse el delito. O, que sustentado en promesas anteriores preste ayuda posterior al hecho consumado. Para Zaffaroni: «La instigación y la complicidad son dos formas de extensión típica en virtud de las cuales un sujeto puede ser punible por afectar bienes jurídicos mediante su conducta dolosa, aunque carente del dominio”. (Subrayado nuestro)
En Venezuela, penalmente se habla de un cierto tipo de complicidad, entre ellos el denominado como “cómplice necesario”, que es un sujeto que, sin cumplir con las características de autor, coopera en la ejecución de un delito con acciones anteriores o simultáneas. Considerándose esta “cooperación” como no necesaria ni fundamental para el tipo delictivo, una especie de “laissez faire” (dejar hacer), “callando, acompañando y colaborando”, es decir, finalmente el resultado podría ser el mismo: consumación del delito. ¡Sobran las palabras de identificación de los cómplices intencionales!
Así pues, la complicidad suele referirse a la participación en una mala acción, sobre todo si se tiene conciencia acerca de antecedentes indecentes o fraudulentos o también cuando se crea tener argumentos falaces, excusas de orden moral y legal para sostener una ficticia buena acción. Al respecto suelen oírse expresiones tales como: “La ley me da un derecho para votar y no quiero desperdiciarlo”; “no daré chance a que mi voto se pierda y dejar espacios vacíos a otros interesados”. Y otras frases indescriptibles, surrealistas, características claras de irracionalidad y alucinación, cargadas con un alto índice de baja autoestima y pesimismo, como: “Hay que votar, aunque estoy seguro de que se cometerá nuevamente un fraude y volverán a ganar. Mi voto es mi voto, no dejare que otro vote por mí”. Cabe la interrogante: ¿Estás seguro (a)?
Amigo lector, Ud. tiene la libertad de ubicar cada una de las conductas aparentemente sinónimas de la palabra “complicidad”. Sobre todo, en épocas de elecciones apresuradas, opacas, dudosas y manipuladas. Finalmente, les confieso que no cejaré en mi empeño en recordar estas dos frases populares y muy venezolanas: “Hay cosas que por sabidas se callan y por calladas se olvidan” y “El que calla otorga”. Preguntas finales: ¿Podrán votar los inmigrantes venezolanos o No? ¿Por qué no votan? Interesante, ¿verdad que sí?
Para cerrar los contenidos de este articulo quiero dejarles como sumatoria de los mismos las siguientes frases célebres:
“La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer.” (Víctor Hugo)
“El cómplice del crimen de la corrupción es generalmente nuestra propia indiferencia.” (Bess Myerson)
“La ambición de poder es una mala hierba que sólo crece en el solar abandonado de una mente vacía.” (Ayn Rand)
17 de abril de 2025