• Sáb. Ago 23rd, 2025

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La comunidad internacional occidental no intervendrá en regímenes como el de Nicolás Maduro

La comunidad internacional occidental parece inclinada a no intervenir militarmente en regímenes como el de Nicolás Maduro, sugiriendo una preferencia por soluciones pacíficas y negociadas. Los resultados indican un enfoque en la búsqueda de acuerdos que respeten la voluntad del pueblo y la posibilidad de diálogo entre las partes involucradas, incluyendo la transparencia en procesos electorales. La situación en Venezuela se considera principalmente un asunto interno, evitando una intervención directa. La comunidad internacional parece priorizar la diplomacia y la mediación en lugar de la intervención militar.

Las grandes potencias están influenciadas por agencias de inteligencia y gobiernos autoritarios, perpetuando políticas de guerra desde 1991. Se destaca la implicación del MI6 británico y la CIA en estrategias que fomentan el terrorismo y la guerra. Se infiere que la comunidad internacional occidental no intervendrá en regímenes como el de Nicolás Maduro, debido a la naturaleza militar y policial de estos. Esto implica una continuidad en los conflictos globales y una lucha por el poder detrás de la fachada de la diplomacia. La situación descrita presenta una crítica a la gobernanza global y la influencia de los servicios de inteligencia.

Se infiere que la comunidad internacional occidental no intervendrá en regímenes como el de Maduro, debido a la naturaleza militar y policial de estos. Esto implica una continuidad en los conflictos globales y una lucha por el poder detrás de la fachada de la diplomacia. La situación descrita presenta una crítica a la gobernanza global y la influencia de los servicios de inteligencia.

Diversos países de alto nivel, además del Reino Unido y Estados Unidos, están involucrados en operaciones de inteligencia y en la influencia en conflictos internacionales. Entre ellos, se destacan:

  • Rusia: Con sus propios servicios de inteligencia (FSB, GRU), participando en operaciones tanto para consolidar su influencia global como para contrarrestar las políticas occidentales.
  • China: Con un aumento en las actividades de inteligencia, buscando expandir su influencia en África, América Latina y otras regiones.
  • Francia y Alemania: Parte del sistema de inteligencia europeo, colaborando en operaciones antiterroristas y en la vigilancia internacional.
  • Israel: Con agencias como Mossad, involucradas en operaciones en Oriente Medio y en campañas de inteligencia a nivel global.
  • Países de América Latina: Algunos gobiernos han sido acusados de colaborar con agencias extranjeras para respaldar ciertos intereses políticos o económicos.

Estas agencias participan en un entramado global de inteligencia, influencias y operaciones encubiertas, muchas veces en línea con los intereses de sus estados y en el contexto de la política mundial de poder y control.

Esta situación de influencia y manipulación por parte de agencias de inteligencia y gobiernos autoritarios puede tener graves impactos en la sociedad civil, incluyendo:

  • Pérdida de confianza: La presencia de operaciones encubiertas y manipulación mina la confianza en instituciones democráticas y en los medios de comunicación.
  • Represión y terrorismo de Estado: La participación en políticas de guerra y vigilancia puede conducir a la violación de derechos humanos, persecución y restricciones a las libertades civiles.
  • Situaciones de inseguridad y miedo: La percepción de que las autoridades actúan en secreto y con fines oscuros genera desconfianza, ansiedad y un ambiente de inseguridad.
  • Discriminación y polarización: La manipulación y la propaganda fomentan la división social, reforzando tensiones políticas, raciales o religiosas.
  • Limitación de derechos: La vigilancia masiva y la represión dificultan el activismo social y político, silenciando voces disidentes.

En suma, la sociedad civil se ve afectada en su libertad, seguridad y estabilidad, enfrentando un panorama de manipulación y control que puede socavar los valores democráticos y los derechos humanos.

Los objetivos reales de estas políticas de influencia, guerra y control suelen ser multifacéticos, pero en general incluyen:

  • Mantener el dominio global: Garantizar la hegemonía de ciertos países, especialmente EE. UU. y sus aliados, controlando recursos, mercados y rutas estratégicas.
  • Consolidar poder económico y político: Favorecer intereses económicos y políticos de élites y corporaciones multinacionales mediante intervenciones militares o destabilización de gobiernos.
  • Control de recursos naturales: Asegurar acceso y control sobre recursos clave como petróleo, minerales o agua, imprescindibles para la economía global.
  • Desgaste y dominación: Crear conflictos prolongados que distraigan y sofisticquen las resistencias civiles y regionales, manteniendo el statu quo de poder.
  • Prevención de alianzas independientes: Frustrar movimientos o gobiernos que puedan desafiar el orden establecido, promoviendo gobiernos policiales o militares leales a su agenda.
  • Mantener el modelo de guerra sin fin: Generar un ciclo constante de conflicto para justificar el gasto militar y la presencia de las alianzas militares.

En esencia, estas políticas buscan mantener un sistema de control global que favorece a las élites y a los intereses económicos y políticos de las potencias dominantes, a menudo en detrimento de la soberanía y el bienestar de los pueblos.

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