La Asamblea Nacional (AN) de 2020 en Venezuela ha estado sin sesionar por más de un mes, coincidiendo con la campaña electoral. Esto sugiere que la actividad legislativa se ha visto suspendida o ralentizada en este periodo. La falta de sesiones, especialmente en un momento político crucial, podría indicar una priorización de los esfuerzos electorales sobre las funciones parlamentarias. Los diputados, incluyendo al presidente actual, aspiran a la reelección, lo que podría influir en las dinámicas de la AN.
La Asamblea Nacional electa en 2020 suele reunirse los martes y jueves, pero ya llevan más de 35 días sin sesionar.
La falta de sesiones en la Asamblea Nacional puede impactar negativamente en la gestión pública de varias maneras:
- Retraso en la aprobación de leyes y presupuestos: Sin sesiones, es difícil aprobar leyes fundamentales y el presupuesto estatal, lo que puede afectar la ejecución de programas y servicios públicos.
- Debilitamiento del control y supervisión: La AN cumple funciones de fiscalización del gobierno. La inactividad limita su capacidad para supervisar, denunciar irregularidades o ejercer control sobre la gestión gubernamental.
- Ausencia de decisiones legislativas importantes: Temas urgentes, como políticas sociales, económicos o de salud, pueden quedar sin resolver, afectando la estabilidad y atención a las necesidades ciudadanas.
- Deslegitimación y pérdida de confianza pública: La inactividad puede interpretarse como una pérdida de liderazgo y compromiso institucional, erosionando la confianza en las instituciones democráticas.
- Limitación en respuesta a crisis: La gestión de emergencias, como crisis económicas o sociales, requiere decisiones legislativas rápidas; la inacción limita esta capacidad.
En resumen, la inacción parlamentaria puede generar un estancamiento en las políticas públicas y disminuir la percepción de funcionamiento efectivo del Estado.