El servicio Starlink de Musk ha llevado internet a algunos de los lugares más remotos de Sudamérica. Pero Bolivia lo rechaza, a pesar de que muchos están desesperados por un mejor servicio.
Por Ana Ionova y María Silvia Trigo
Ana Ionova reportó desde Río de Janeiro, y María Silvia Trigo desde Santa Cruz, Bolivia.
Las páginas web se cargan a paso de tortuga. Las transmisiones de video fallan y se congelan. Fuera de las ciudades más grandes de Bolivia, a veces la señal de internet más cercana está a horas de distancia, por peligrosas carreteras de montaña.
Así que cuando Starlink, de Elon Musk, ofreció a Bolivia una conexión a internet rápida y asequible, transmitida desde el espacio, muchos esperaban que el país andino de 12 millones de habitantes lo celebrara. En cambio, Bolivia dijo no, gracias.
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Starlink, el servicio de internet por satélite de SpaceX, la empresa espacial privada de Musk, ha realizado notables avances en Sudamérica, al extenderse a casi todos los países y llevar internet de alta velocidad a los rincones más remotos de la región, llegando incluso a indígenas aislados que viven en lo más profundo de la selva amazónica.
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