«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí»
Gálatas 2:20
El Yo debe estar muerto.
Esta escritura de Pablo, expresa la identificación del creyente con Cristo en su muerte y en su resurrección. El creyente ha muerto al pecado y a su antigua vida y vive una nueva vida en Cristo, quien habita en él por fe. La muerte del viejo hombre, abre paso a una nueva vida en Cristo. Ya no es el creyente quien vive por sus propias fuerzas y deseos, sino que Cristo vive en él tomando el control de su vida y guiandolo. El creyente vive aún en un cuerpo físico, pero la nueva vida se manifiesta en la fe de Jesucristo. La identidad del creyente no radica en su pasada manera de vivir o viejo hombre que debe estar crucificada. La identidad del creyente está sumergida en Cristo y es la que debe ser manifestada.La identidad del creyente no reposa en la vida natural que manifestaba antes de creer en Jesucristo como Salvador, pues esa vida era esclava del yo, de un pasado sin Cristo, era gobernado; pero Cristo viviendo en mí, es una acción continua aquí en esta tierra, que debe regir, que debe deshacer las obras del enemigo mientras tengamos plena conciencia que Cristo vive en nosotros.
Hermano Germán Nuñez Mejias