«Para mí, crecer en la madurez espiritual es ser menos consciente de uno mismo y ser más consciente de Dios»: Mark Batterson (escritor y líder espiritual estadounidense).
La música tiene el poder de expresar sentimientos y emociones de manera profunda y sincera. En este sentido, quiero hablar de una canción que me ha tocado el corazón y que refleja la esencia del agradecimiento a Dios. La canción se titula «Volver a ti señor», de la autoría del abogado y compositor de música vallenata, Ignacio Cantillo Vázquez, grabada por la portentosa voz de Ivo Luis Díaz Ramos y el acordeón del Rey de Reyes Almes Granados Melo. Más que una canción, es un eco de gratitud a Dios por su amor incondicional que expresa alabanza y reconocimiento de la presencia divina.
Desde el principio de la introducción melódica nos envuelve en un ambiente de reflexión y gratitud. Es como un himno de agradecimiento que nace de lo más profundo del corazón, adornado con una melodía celestial, parecida a una sinfonía de paz que acaricia el alma y ensalza la grandeza del Creador. Transmite recogimiento y serenidad a través de la fe. Es el verdadero despertar espiritual del autor, y nos muestra de manera simple cómo los valores que poseemos y nuestras creencias determinan en gran parte nuestra felicidad. Una plegaria musical que nos conecta con lo divino, llenando el alma de esperanza y tranquilidad. Un bálsamo para el espíritu que sana las heridas internas y nos recuerda nuestro potencial divino.
La capacidad creativa y excepcional de Ignacio Cantillo señala una perspectiva para romper con lo establecido y crear algo nuevo donde se percibe que su obra surge de una profunda inspiración y emoción.
A esto le sumamos la voz poderosa, clara y diáfana, con ese fraseo modular exquisito que es característico en Ivo Díaz cuando interpreta un canto vallenato, secundado siempre por un conjunto armónico encabezado por el acordeón de Almes Granados, que con su habilidad, técnica y dominio de su instrumento nos deleita con unos arreglos melódicos exquisitos, fiel a su estilo que sabe a ese vallenato añejo que nos seduce.
Una unión perfecta entre creatividad e interpretación, un diálogo musical en donde cada nota y cada frase pronunciada se sincronizan perfectamente. En ella queda demostrada la conexión emocional entre el compositor y los intérpretes que se traduce en una interpretación sublime. La canción nos invita a reflexionar sobre la vida y a encontrar sentido en la fe y la espiritualidad. Es un recordatorio de que, en momentos de dificultad o de alegría, siempre podemos recurrir a Dios y encontrar consuelo en su presencia.
En resumen, esta canción es un hermoso ejemplo de cómo la música puede ser un vehículo para expresar nuestra fe y gratitud a Dios.
Por Ramiro Elías Álvarez Mercado