La creciente popularidad de las dietas y productos «détox», que prometen eliminar toxinas acumuladas por alimentos procesados, estrés y factores ambientales, genera debate entre la comunidad médica. Expertos de instituciones como el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral (NCCIH) y MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas señalan la falta de evidencia científica sólida que respalde la eficacia de estas limpiezas. El cuerpo humano, afirman, está equipado con un sofisticado sistema de desintoxicación natural protagonizado por el hígado, los riñones, los pulmones y el sistema digestivo, que trabajan de manera continua para filtrar y eliminar sustancias nocivas.
Lejos de una acumulación tóxica que requiera una intervención drástica, el verdadero bienestar radica en apoyar las funciones innatas del organismo. La sensación de mayor energía y claridad mental que algunas personas reportan tras un «détox» a menudo se debe a la eliminación temporal de alimentos ultraprocesados, alcohol y a una mayor ingesta de líquidos, y no a la expulsión de toxinas no especificadas. Según la evidencia, la pérdida de peso inicial asociada a estas dietas es principalmente una pérdida de agua y masa muscular, no de grasa, y tiende a recuperarse rápidamente al volver a los hábitos alimenticios normales.
En lugar de recurrir a regímenes restrictivos, los profesionales de la salud recomiendan enfocarse en prácticas con respaldo científico para fortalecer los sistemas de limpieza del cuerpo. La hidratación adecuada es fundamental, ya que el agua es crucial para que los riñones filtren los desechos de la sangre y los expulsen a través de la orina. Una dieta rica en alimentos integrales, como verduras de hoja verde, frutas, y fuentes de fibra, proporciona los nutrientes y antioxidantes necesarios para el óptimo funcionamiento del hígado y el intestino, promoviendo la salud a largo plazo sin los riesgos de deficiencias nutricionales que pueden acarrear las dietas «détox» extremas.