Se ha descubierto una nueva evidencia, llamada «sexoma», que podría ayudar a identificar a agresores sexuales. Esta evidencia se basa en el análisis del ADN de muestras de fluidos corporales. Sin embargo, es importante destacar que esta es una investigación preliminar y se necesita más estudio para confirmar su fiabilidad.
Un equipo de médicos ha explorado el uso del «sexoma», el microbioma particular en los genitales de cada persona, para encontrar huellas alternativas de un agresor sexual. Las bacterias genitales podrían funcionar como prueba forense para identificar agresores sexuales esquivos, incluso si no hay rastro de esperma.
El abuso sexual es un problema global que afecta a millones de personas, especialmente niños y mujeres, según datos de Unicef. La falta de evidencia física tradicional, como esperma, dificulta la identificación de los agresores en muchos casos. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista iScience revela un nuevo enfoque prometedor: el análisis del microbioma genital o «sexoma».
Investigadores de la Universidad Murdoch (Australia) descubrieron que durante la penetración, se transfieren bacterias entre los individuos, dejando una huella bacteriana única en el microbioma genital de la pareja sexual.
Estos microorganismos, denominados «sexomas», podrían utilizarse para identificar a los autores de agresiones sexuales, incluso cuando no se encuentra su ADN en la escena del crimen.
El estudio, liderado por la candidata a doctorado Ruby Dixon y el científico forense Brendan Chapman, reclutó a 12 parejas heterosexuales monógamas para analizar la transferencia de sexomas durante las relaciones sexuales, incluso con el uso de preservativos.
Los resultados revelaron que las parejas comparten más bacterias después del acto sexual y que se encuentran bacterias específicas de cada persona en el otro miembro tras el encuentro íntimo.
Si bien el uso de preservativos afecta la transferencia de microorganismos, no la inhibe por completo. Este hallazgo abre un nuevo camino en la investigación forense, ya que el análisis del sexoma podría convertirse en una herramienta valiosa para identificar agresores sexuales en casos donde la evidencia tradicional es escasa o inexistente.
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