El objetivo de Dios con la venida de su hijo es primeramente cumplir con una promesa que Él le hizo a Israel por causa de su imposibilidad de cumplir la ley y así vivir en la justicia de Dios. La venida de Cristo se centro en traer mejores promesas para que el pueblo pudiera cumplir la ley, de ahí que el pacto prometido está cargado de poder la cual consta de: Ezequiel 36: v25. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Por otro lado, además de esto que llega a nuestro interior, está nuestro Sumo Sacerdote que nos auxilia en las tentaciones que tocan nuestras debilidades; es decir tenemos todo lo necesario para vencer el poder del pecado.
Aclaratoria:
Concupiscencia no es pecado. Hay quienes necesitan entender que las Concupiscencias
(el deseo que el alma siente por lo que le produce satisfacción, «deseo desmedido» no en el sentido del bien moral, sino en el de lo que produce satisfacción carnal) tienen su origen en el pecado que está en el hombre, pero no es en sí la acción del pecado, los recursos que tenemos en el contenido del nuevo pacto, nos da la victoria contra el pecado que produce concupiscencia. No permitamos que las concupiscencias nos endulcen y nos lleven a pecar, dejemos que la nueva simiente, el nuevo hombre sea el que actúe ya que este no puede pecar (1Juan 3.9).
ENTONCES, PODEMOS DECIR CON LIBERTAD, QUE SOMOS SANTOS, Porque ya no soy yo, sino, el Cristo (la simiente) que está en mi.
GLORIA A DIOS POR EL NUEVO PACTO.
Gloria a Dios por el Nuevo Pacto, Por Pastor Andy Da Silva
