El magnate petrolero Harry Sargeant III es un donante republicano reconocido por sus esfuerzos clandestinos para moderar las hostilidades entre Estados Unidos y Venezuela. El viernes, la administración Trump ordenó a su empresa comercializadora de petróleo abandonar el país.
La decisión sobre la Licencia 41 —que vence en abril—, que permite a la compañía estadounidense Chevron las operaciones en Venezuela, la tomará el presidente Donald Trump por encima de la pretensión de lobistas de influir en un supuesto acuerdo entre el gobierno de EEUU y el régimen de Maduro sobre el petróleo venezolano, afirman expertos.
Este magnate de Florida orquestó intercambio de petróleo por migrantes de Trump con Maduro. Este magnate de Florida con estrechos vínculos con el Partido Republicano organizó la reciente reunión entre Nicolás Maduro y un enviado especial del presidente Donald Trump, sentando las bases, para un importante acuerdo que permitiría al régimen socialista aumentar sus ventas de petróleo a los Estados Unidos a cambio de aceptar cientos de miles de deportados venezolanos.
Descartan que el magnate del estado de Florida, Harry Sargeant III, dedicado al negocio del asfalto, haya propiciado la reunión entre el embajador Richard Grenell y Maduro, el 31 de enero pasado, para lograr un acuerdo sobre el tema petrolero. Esto, aunque se desconoce aún qué planteó EEUU a Venezuela a cambio de liberar seis de los 12 “rehenes” estadounidenses y de recibir a los deportados venezolanos.
Harry Sargeant III: El magnate republicano con más negocios en Venezuela
Harry Sargeant III es un empresario estadounidense que se ha dedicado al transporte y la energía, con intereses en aviación, refinerías, comercio de petróleo, combustibles alternativos y transporte marítimo de petróleo y asfalto.
También es el dueño de International Oil Trading Company (IOTC), una empresa que suministraba combustible de aviación al ejército estadounidense en Irak.
Además, es un importante donante y financista del Partido Republicano, muy cercano a Donald Trump y su exabogado Rudy Giuliani. Sargeant fue oficial y piloto de combate del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Su familia siempre se ha dedicado al transporte marítimo de asfalto. Su empresa Sargeant Trading cuenta con la mayor flota de buques cisterna y barcazas de asfalto del mundo. A lo largo de su vida ha protagonizado grandes escándalos.
Salida en falso
En enero de 2019, se anunció un acuerdo entre PDVSA y Erepla Services LLC, una firma de energía poco conocida que es propiedad parcial de Sargeant.
Según un comunicado de la empresa estadounidense, el plan era invertir unos 500 millones de dólares en la operación de tres campos petroleros en Venezuela: Tía Juana Lago y Rosa Mediano, en el estado Zulia, y Ayacucho 5, en la Faja Petrolífera del Orinoco. Eso bajo la gestión del entonces ministro de petróleo y, presidente de PDVSA, Manuel Quevedo, en cuya administración se empezó a gestar el caso PDVSA-Cripto.
El acuerdo en 2019 le otorgaba a Erepla una “participación gerencial mejorada” en los proyectos y la responsabilidad de adquisiciones, lo que suponía una diferencia clave con las empresas mixtas establecidas en la nacionalización petrolera de 2006, donde PDVSA tiene pleno control operacional.
El contrato era similar a los que se habían revertido en esa nacionalización, lo que evidenciaba ya en 2019 la necesidad de Venezuela de recurrir a empresas sin experiencia para frenar la caída masiva de producción.
Sin embargo, el acuerdo nunca se materializó debido a las sanciones petroleras impuestas por la administración de Trump a Venezuela.
Erepla Services LLC se había registrado dos meses antes del anuncio del acuerdo, en el estado de Delaware, lo que generaba dudas sobre su capacidad y trayectoria.
Amor y odio
No era la primera vez que Harry Sargeant III y PDVSA hacían tratos. Entre 2006 y 2008, la estatal venezolana recibió 52 millones de dólares luego de que una compañía de propiedad parcial de Sargeant fuera acusada de no pagar por varios envíos de crudo entre 2002 y 2003, según documentos judiciales. Ello revela que Sargeant ha mantenido relaciones petroleras con Venezuela desde hace por lo menos dos décadas.
Harry Sargeant III, a pesar de ser republicano y de las consabidas diferencias entre Trump y Maduro, continuaría en Venezuela de la mano del magnate naviero venezolano Wilmer Ruperti; ambos se enfrentaron en una demanda judicial en el año 2017.
Sargeant III acusó a Ruperti y a su empresa Maroil Trading Inc. de defraudarlo por más de 40 millones de dólares.
La demanda, presentada en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Florida, se centró en un acuerdo de liquidación realizado en 2014 entre Maroil Trading y la empresa petrolera estatal venezolana PDVSA sobre contratos de transporte marítimo impagados.
Sargeant III alegó que Ruperti y Maroil Trading le ocultaron el acuerdo de liquidación de 177.6 millones de dólares y luego malversaron los fondos.
Según los documentos judiciales, Sargeant III poseía una participación del 25% en Latin American Investments Ltd. (LAIL), que tenía empresas conjuntas de transporte marítimo con las empresas de Ruperti, Maroil Trading y Sea Pioneer Shipping.
LAIL y las firmas de Ruperti presentaron reclamaciones de arbitraje contra PDVSA en 2011 y 2012 por incumplimiento de contratos.
En 2014, LAIL autorizó a Ruperti a negociar un acuerdo con PDVSA sobre las reclamaciones. Sin que Sargeant III y LAIL lo supieran, Ruperti aseguró un acuerdo de liquidación de 177.6 millones de dólares con PDVSA en diciembre de 2014.
Ruperti luego arregló que los fondos del acuerdo se pagaran a sus empresas, no a LAIL como Sargeant III alegaba que debería haber sido.
La demanda alegaba que Ruperti ocultó activamente la liquidación a Sargeant III y engañó a LAIL sobre el estado de las negociaciones con PDVSA. Creyendo que no se había llegado a ningún acuerdo, Sargeant III aceptó.
Si Sargeant III hubiera sabido sobre el acuerdo de liquidación de 177.6 millones de dólares, no habría renunciado a sus acciones en LAIL sin nada a cambio.
En 2017, Sargeant III buscaba más de 40 millones de dólares en daños de Ruperti y Maroil Trading por fraude, ocultamiento y conspiración civil.
La demanda fue desestimada en el año 2018, luego de que Ruperti pidiera la desestimación, entre otros motivos, por falta de jurisdicción.
A pesar de las numerosas controversias que han rodeado la trayectoria empresarial y política de Harry Sargeant III, su compañía Global Oil Management Group recibió finalmente de la administración Biden la ansiada licencia para comprar petróleo venezolano y producir asfalto en Curazao.
Sargeant tuvo éxito donde otros han fracasado; su lobby y sus contactos políticos en la turbulenta Venezuela de Maduro dieron sus frutos y, al parecer, la buena racha continuará. Se atrevió, arriesgó y ganó.
Fuentes familiarizadas con las negociaciones dijeron al Miami Herald que el empresario Harry Sargeant III, del condado de Palm Beach, un importante donante del Partido Republicano que ha tratado de ampliar sus anteriores negocios de petróleo y asfalto en Venezuela, trabajó tras bastidores para facilitar la reunión entre Maduro y el enviado, Richard Grenell, un diplomático durante el primer mandato de Trump.
Sus conversaciones llevaron al acuerdo en el que el hombre fuerte socialista aceptó el ingreso de los futuros vuelos de venezolanos deportados por la administración Trump, una decisión que de inmediato enfureció a los venezolanos en el sur de Florida que contaban con el estatus migratorio temporal y que ahora temen ser enviados de regreso a una nación inmersa en el colapso económico y gobernada por un sangriento régimen que enfrenta acusaciones por cometer crímenes de lesa humanidad.
Más adelante, el extenso trabajo expone: “Desde 2017, Sargeant se ha reunido con Maduro y otros altos funcionarios venezolanos de PDVSA para discutir oportunidades de negocios de petróleo y asfalto, según informes publicados y fuentes familiarizadas con sus reuniones”.
Al menos, según Antonio María Delgado, Sargeant ha tenido otras operaciones petroleras en Venezuela, y sus tratos en el país se remontan a antes de que Trump impusiera sanciones a PDVSA durante su primera administración. Sus tratos con Venezuela continuaron durante la administración Biden. Cualquiera que haya sido el papel que desempeñó Sargeant entre bastidores en la coordinación de la reunión entre el enviado de Trump y Maduro el mes pasado, estos parecen haber tenido éxito.
La licencia del Tesoro de Chevron fue renovada, un evento que se esperaba que ocurriera automáticamente a menos que la administración Trump lo hubiera detenido.
Harrys Sargeant III “no tiene ningún interés en política, sino en su negocio del asfalto” a través de su compañía Global Oil Terminals, sostiene Romero, quien dice conocer a la dinastía del negocio del asfalto, desde hace al menos 60 años, y califica lo dicho al respecto de “especulativo”.
Relata que Harrys Sargeant I, padre del empresario de Florida de 68 años, compró crudo superpesado con su compañía Sargeant Trading a las concesionarias Creole y Shell, que se fueron de Venezuela en 1975.
Luego de su fallecimiento, sus dos hijos quedaron a cargo de sus negocios e instalaciones para asfalto en EEUU, pero Harry Sargeant III se independizó.
Las empresas de la familia, según dice, tienen grandes inversiones en el crudo asfáltico, aunque “Chevron también tiene su mercado”.
El magnate quien tiene un permiso del Departamento del Tesoro para importar asfalto venezolano por dos años, según publicaciones, tiene un contrato con las refinerías Isla en Curazao, donde se procesa crudo de base asfáltica venezolano, estaría urgido de conseguir el material negro y “se lo está comprando a Chevron”.
Asfalto de Venezuela
El asfalto tiene gran demanda en EEUU durante la salida del invierno, que marca el inicio de los contratos de reasfaltado para las vías en el verano y, según el petrolero, Trump está destinando “mucho más dinero” a disposición de las empresas que se dedican a repavimentar, cosa que ha mencionado en sus decretos.
Sargeant III está viendo una vía directa para que Venezuela le venda asfalto y poder cumplir así con el contrato que tiene con Curazao donde se produce, sobre los intereses del empresario que mantiene negocios con el régimen de Maduro desde 2017. Pero de que tenga que ver con la reunión del embajador Grenell que fue a buscar rehenes, es historia construida.
“Sargeant III está interesado en que Chevrón continúe porque ese crudo no lo va a conseguir en otro mercado, pero esa decisión sobre la Licencia 41, que se renueva cada primero de mes, pero se vence definitivamente en abril, la toma Donald Trump únicamente, y no veo ninguna posibilidad de que la renueve”, agrega.
A cambio, Maduro también liberó a seis estadounidenses encarcelados en Venezuela en un intento de hacerle saber a la nueva administración que está dispuesto a trabajar con Trump para mejorar la relación entre las dos naciones. Hasta ahora, las pocas señales que salen de la Casa Blanca han sido alentadoras para el hombre fuerte socialista.
“Están haciendo lo correcto en Venezuela”, dijo Trump a los periodistas esta semana desde la Casa Blanca. En lo que constituye un cambio en la forma en que el gobierno de Estados Unidos ve las condiciones en Venezuela, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, afirmó “mejoras notables” en varias áreas del país, como la economía, la salud pública y la delincuencia, en un memorando que justifica el fin de una política: el Estatus de Protección Temporal (TPS), que protege a muchos venezolanos en Estados Unidos de la deportación.
Posteriormente, el periodista venezolano se extiende en explicaciones y argumentos para exponer a Nicolás Maduro como el peor de los autócratas del continente, el causante de la mayor diáspora de la historia, así como las graves acusaciones por violaciones de derechos humanos, fraude electoral, persecuciones, violencia, represión y agresiones contra periodistas y medios de comunicación. Pero el mayor temor es que Maduro logre con éxito que se retire una acusación federal en su contra por cargos de tráfico de drogas, así como la recompensa de $25 millones ofrecida por información que conduzca a su captura.
Además de esta posible concesión, Maduro también estaría interesado en lograr que la administración Trump levante las sanciones a PDVSA, que han afectado severamente la capacidad de la empresa estatal para vender petróleo.
La licencia renovada de Chevron es de particular importancia para Sargeant, dado que proporciona el petróleo que está utilizando para su negocio de asfalto. Venezuela tiene un tipo de crudo pesado que es óptimo para el asfalto, que se produce mediante un proyecto de empresa conjunta dirigido por PDVSA y Chevron.
Global Oil Terminals, parte de un conglomerado de Florida propiedad de Sargeant, es la segunda petrolera estadounidense en perder la autorización para operar en Venezuela, después de que Chevron recibiera una notificación similar el mes pasado.
Ambas compañías tienen hasta el 27 de mayo para cerrar operaciones.
Se sabe que Sargeant juega al golf en el club Mar-a-Lago de Trump un día y vuela a Caracas al siguiente. Ha ayudado a negociar acuerdos para profundizar la relación comercial de Estados Unidos con Venezuela, país que posee algunas de las mayores reservas mundiales de petróleo y gas. El presidente Nicolás Maduro es conocido por llamar a Sargeant «abuelo».
Desde que recibió su licencia principal en mayo de 2024, Sargeant’s Global Oil ha cargado regularmente cargamentos de petróleo pesado producido en el oeste de Venezuela. Parte del suministro se utiliza para pavimentar carreteras estadounidenses. Las tres licencias de la compañía en Venezuela fueron revocadas.
En una carta enviada a Global Oil y vista por The Wall Street Journal, el Departamento del Tesoro indicó que todos los pagos a entidades venezolanas deben completarse antes del miércoles. El ajustado plazo de pago implica una retirada más inmediata, según declaró Sargeant al Journal en un intercambio de mensajes.
El gobierno de Trump asumió el cargo en enero mostrando su disposición a colaborar con el gobierno venezolano, rompiendo con las sanciones petroleras de «máxima presión» que Trump impuso durante su primer mandato.
El gobierno de Biden había flexibilizado las sanciones para intentar que Maduro celebrara elecciones justas. La licencia de Chevron, emitida en 2022, fue un pilar fundamental de la estrategia del presidente Biden. Maduro celebró elecciones en julio, pero se negó a dimitir tras perderlas.
Richard Grenell, enviado especial de Trump a la Casa Blanca, voló a Caracas el 31 de enero y logró un acuerdo para que Venezuela aceptara de nuevo a los migrantes, además de traer de vuelta a casa a seis estadounidenses que habían sido detenidos en el país. El deshielo fue fugaz.
Ahora, el gobierno de Trump intenta nuevamente aislar a Maduro, bajo la influencia de los halcones de la política exterior, liderados por el secretario de Estado Marco Rubio. Los ejecutivos petroleros estadounidenses han sostenido durante mucho tiempo que su salida de Venezuela invitaría a China y otros rivales estadounidenses a intensificar su presencia, un argumento que estos halcones reciben con escepticismo.
Trump ha culpado al gobierno de Maduro por demorarse en la repatriación de migrantes venezolanos. Durante la última década, al menos siete millones han huido de las dificultades económicas y la represión política de Venezuela.
El gobierno envió recientemente a más de 100 deportados, principalmente venezolanos, a una prisión en El Salvador, acusándolos inicialmente de pertenecer a una violenta banda criminal.
Posteriormente, Venezuela envió varios aviones a Honduras para recoger a más deportados trasladados allí por Estados Unidos, en un aparente intento de Maduro por contrarrestar la presión de los republicanos de Florida para endurecer aún más las restricciones económicas.
A principios de marzo, el Departamento del Tesoro dio a Chevron hasta principios de abril —un plazo de 30 días, logísticamente complejo— para retirarse de Venezuela. Pero el lunes, el gobierno extendió la licencia de Chevron hasta finales de mayo.
Para intensificar la renovada campaña de aislamiento, Trump emitió una orden ejecutiva esta semana que establece que Estados Unidos comenzará a imponer un arancel del 25 % el miércoles a cualquier país que compre petróleo venezolano. Los compradores de crudo venezolano, incluida la empresa india Reliance Industries, ya han comenzado a retirarse.
No quedó claro de inmediato si compañías petroleras europeas como Repsol y Shell también habían perdido la autorización estadounidense para operar en Venezuela.
Decisión de Trump
Y en este contexto, cobra peso el nicho del negocio del asfalto en el que se mueve Harry Sargeant III y su acuerdo con la refinería di Korsou en Curazao para obtener el asfalto, cuya exportación a EEUU, solamente en enero, aumentó 54%.
«Uno entiende que dentro de estas circunstancias existe la necesidad de tener ese permiso para poder operar en Venezuela, pero de allí a que hagan lobby para la administración Trump, no». “Yo puedo inferir que Maduro le pidió a Grenell mantener las licencias, pero la decisión es única y exclusivamente de la administración del presidente Trump”.
“Las empresas petroleras que quieren invertir en Venezuela deben hacerse la pregunta de si es más conveniente mantenerse en el país bajo condiciones de incertidumbre, de no saber si el régimen aplica la Ley Antibloqueo, y con PDVSA sin capacidad de producción, o con reglas claras, lo que también sería conveniente para la Casa Blanca. La incertidumbre es un riesgo que ningún empresario quiere correr”, afirma.
En desarrollo…