• Sáb. Ago 23rd, 2025

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Por qué es tan difícil hablar de Dios?


Por Lauren Jackson

Según estudios, la mayoría de los estadounidenses no hablan de religión con otras personas con mucha frecuencia y evitan las conversaciones con quienes discrepan de sus creencias. Para Krista Tippett, “es demasiado importante como para no intentarlo”.

Existe una paradoja en la vida pública: la religión domina la política y la cultura estadounidenses, pero a mucha gente le cuesta hablar de ella, sobre todo con quien podría estar en desacuerdo.

La mayoría de los estadounidenses no hablan de religión con otras personas muy frecuentemente, según un estudio del Pew Research Center de 2019. Muchos estadounidenses dicen también que evitan conversaciones con quienes discrepan de sus opiniones religiosas, según otro estudio del Pew del año pasado. Esa cifra ha aumentado en los últimos años, lo que sugiere una creciente incomodidad con el tema.

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Esto es un problema, según algunos académicos: comprender cómo la religión está moldeando nuestro país y nuestra cultura “requiere un debate público cuidadoso y reflexivo, y requiere atención”, afirmó Grace Davie, socióloga de la religión. “Hemos perdido el lenguaje. Estamos teniendo una conversación mal educada y mal informada”.

Este tema es personal para mí. Fui criada como una devota mormona en Arkansas. Aunque ya no soy miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, sigo sintiendo curiosidad por las experiencias de las personas con la religión y la espiritualidad. Es por eso que pasé el año pasado informando sobre el panorama de las creencias contemporáneas. Escuché decir a personas de todo el país que anhelan hablar de sus experiencias personales con la religión y la espiritualidad, pero que tienen dificultades para iniciar la conversación. Decidí hablar con alguien que es experta en hacerlo.

Krista Tippett, presentadora durante muchos años del programa de radio y pódcast On Being, ha hecho carrera manteniendo conversaciones sobre creencias y significado. Habla con personas de distintas religiones, disciplinas y políticas sobre las preguntas más difíciles de la vida. Sus conversaciones iluminan rincones de la experiencia humana de los que no se suele hablar públicamente.

Hace poco hablé con ella sobre lo que ha aprendido de su trabajo y lo que puede decirnos a todos sobre cómo mantener actualmente conversaciones acerca de creencias.

Esta conversación ha sido editada y condensada para mayor claridad.

Existe un hambre extraordinaria de hablar sobre la fe, un “hambre de santidad”, como dijiste en una conversación con Barbara Brown Taylor, sacerdotisa episcopal. Pero a veces a la gente le cuesta poner en palabras sus experiencias. ¿Por qué es tan difícil?

Cuando empecé mi programa hace casi 25 años, me enfrenté a la vieja máxima: hay cosas de las que no se puede hablar en públicosexo, política, dinero y religión. En realidad, hablamos de sexo, política y dinero todo el tiempo. Pero lo cierto es que hablar de religión es algo terriblemente íntimo.

En última instancia, estamos hablando de una parte de la experiencia humana que desafiará nuestras palabras. Esta es la dificultad central con la que trabajamos. Hay tanta energía para hablar de estos temas, y eso aparece en la vida pública y en la política. Pero luchamos por hacer justicia a la seriedad, el peso y la gravedad de estos temas.

Alguien le dijo a San Agustín, y parafraseo: ¿Cómo podemos hablar de Dios cuando Dios es inefable? A lo que él respondió: Hablamos para “no callar del todo”. En cierto modo, esa ha sido una declaración de misión para mí, saber que esto es imperfecto.

Krista Tippett sentada ante un micrófono.
Krista Tippett, presentadora durante muchos años del programa de radio y pódcast On Being, hizo carrera manteniendo conversaciones sobre creencias y significados.Credit…Jenn Ackerman para The New York Times

Muchas personas me han dicho que quieren hablar de sus experiencias con la religión y la espiritualidad, pero les preocupa que la conversación resulte incómoda o tenga una carga política. ¿A qué se debe?

Para empezar, es muy difícil hablar de estos temas, pero ahora es aún más difícil que la gente hable de espiritualidad con complejidad y matices. La gente tiene ideas equivocadas sobre la religión: dicen que es una fuerza violenta en la vida humana. O que es estúpida. O que es tan débil que no viene al caso. Dicen que la gente puede hacerlo en privado, pero que no hay que hablar de ello en público. Comprendo estos temores; son razonables. Pero es demasiado importante como para no intentarlo.

Has desarrollado un método para sacar esas conversaciones de la gente. Consiste en dividir el gran tema de la espiritualidad en muchos componentes —anhelo, curiosidad, esperanza, búsqueda— y hablar de ellos en su lugar. Háblame de esa estrategia.

Cuando estaba empezando este trabajo, hablé con el director del Instituto Ecuménico Tantur, entre Jerusalén y Belén, un lugar primordial en el mundo del diálogo cristiano, musulmán y judío. Trabaja con algo que llama “el sujeto sesgado”. Emily Dickinson escribió sobre ello. Dijo: “Di toda la verdad, pero dila sesgada”.

Esto significa que intentarían hacer una pregunta desde un ángulo. En vez de decir simplemente: “¿Quién es Dios?”. Dirían: “¿Quién es Dios en la historia de tu vida?”. La gente contaría entonces historias de su vida, pero entrelazaría la plenitud de sus tradiciones de fe en sus respuestas.

He pedido a la gente que me cuente un momento que haya dado forma a sus creencias. En respuesta, la gente casi siempre me habla de cómo fueron criados. Ahí es exactamente donde empezaste tu programa durante años. ¿Por qué?

Realmente creo que preguntar directamente a alguien: “¿Tienes una vida religiosa?”, es amenazador. He descubierto que ayuda enmarcar la pregunta en términos de la infancia de alguien. Empiezo mis programas preguntando: “¿Hubo algún trasfondo religioso o espiritual en tu infancia o en tus primeros años de vida? ¿Cómo lo defines ahora?”. Incluso el filósofo o físico más ateo se desinhibe completamente al responder. Lleva a la gente a lugares a los que sienten cierta curiosidad por ir.

Nosotras dos también hacemos esto. Hablamos una y otra vez de nuestra crianza y educación. Yo hablo de haber sido criada como una mormona devota en Arkansas, tú hablas de haber sido una protestante del Oeste en Oklahoma. ¿Por qué las historias de origen son tan difíciles de ignorar?

Es muy cierto. La religión también es a menudo una cuestión de identidad elemental. Puede ser incluso genética. Está en nuestra sangre. Es la gente de la que vienes. Así que técnicamente puedes abandonar una religión o tener un enfoque de ella muy diferente al de la familia en la que fuiste criado. Pero forma parte de ti. Independientemente de cómo luches con ella, esa lucha te define.

Para la mayoría de las personas, la religión organizada es la forma en que acceden a su espiritualidad y la expresan, aunque solo sea en la infancia. Pero tú rara vez hablas de religión o incluso de Dios. ¿Por qué sacaste a Dios de la conversación?

He mantenido conversaciones con teólogos y con personas que hablaban muy directa y profundamente sobre Dios y la religión de forma recta y lineal. Me refiero a personas como Eugene Peterson, Mary Oliver, Desmond Tutu o incluso Thich Nhat Hanh, de manera no teísta.

Pero creo que de lo que hablas es de algo que ha evolucionado. Hay personas de todas las disciplinas que, de forma creativa y con gran riqueza, llevan su vida espiritual a una conversación con cualquiera que sea su disciplina en el mundo. He descubierto que los científicos tienen una reverencia mucho más robusta y apologética hacia el misterio que incluso muchas personas religiosas. A menudo viven en un estado de asombro. Físicos, biólogos evolutivos, neurocientíficos y psicólogos sociales se plantean y responden preguntas existenciales. Están echando luz de forma fascinante sobre estas cosas que las personas religiosas siempre han perseguido y acerca de las que siempre se han preguntado.

La poesía es otra disciplina que hace esto. Las tradiciones religiosas siempre han comprendido que en ocasiones debemos utilizar la poesía para transmitir verdades que son difíciles de transmitir. A menudo, cuando hablamos de esto, a veces lo mejor que podemos hacer es señalar.

Un retrato de Krista Tippett, vestida de negro.
Tippett cree que las conversaciones sobre la fe tienen mucho que ofrecer en el momento actual. “La religión es un lugar que lleva mucho tiempo trabajando con la desesperación”, dijo.Credit…Jenn Ackerman para The New York Times

El lenguaje es muy importante a la hora de hablar de religión y espiritualidad. Me gusta “creer” porque creo que capta esa sensación universal de búsqueda —dentro y fuera de la religión— de significado. Has elegido la palabra “ser” para tu programa. Explícame, ¿por qué?

Mi show empezó llamándose Speaking of Faith (Hablando de fe). Pero el título no funcionaba. Todas estas palabras para este aspecto de la vida —religión, fe, espiritualidad— son realmente tensas y frágiles. Y llevan gran carga para diferentes personas de diferentes maneras.

A menudo, cuando oyes hablar en público a personas religiosas, parece como si tuvieran las respuestas para todo el mundo, no solo para ellas mismas. Me interesaban las preguntas que animan el corazón de las tradiciones religiosas. No son solo preguntas sobre Dios. Son preguntas sobre qué significa ser humano, cómo vamos a vivir, qué importa en nuestra vida, qué importa en una muerte y quiénes somos los unos para los otros. Y ninguna otra parte de la empresa humana persigue esas preguntas específicamente, y las ha perseguido durante miles y miles de años con textos, rituales, oraciones y arte. Por eso lo cambié por On Being (sobre el ser), que creo que capta nuestro continuo estado de cuestionamiento.

Al prepararme para esta conversación, volví a escuchar tu obra más antigua. Fue muy interesante oír tu urgencia al tratar estos temas justo después del 11 de septiembre y sentir esa misma urgencia ahora, casi un cuarto de siglo después. ¿Hay algo distinto en este momento?

Vivimos en un momento extraordinario. Es un momento de cambio radical. Eso puede ser hermoso y fascinante, pero también difícil. Estamos redefiniendo cosas básicas como el matrimonio, la familia y el género. Eso es enorme. Además, tenemos una crisis ecológica, una fractura política, un ajuste de cuentas racial. Tenemos sistemas sanitarios y economías rotas. Tuvimos una pandemia que trastornó nuestros sistemas nerviosos durante tres años. Tenemos mucha energía que se disfraza de otra cosa y que en realidad son seres humanos desesperados.

Esta es una crisis de la condición humana. Y en realidad es eso lo que las tradiciones religiosas tratan con inteligencia. La religión es un lugar que lleva mucho tiempo trabajando con la desesperación. Es un lugar al que se han dirigido los seres humanos a lo largo de la historia, donde podían reconocer su quebranto. Pero en menos de un latido de tiempo cósmico, nos hemos convertido en la primera era en la que mucha, mucha gente crece sin eso. Aun así, muchos jóvenes me dicen que les interesan estos temas.

Pew también lo ha constatado. Los adultos más jóvenes del país son tan propensos como la generación anterior a ellos a decir que la religión es muy importante en sus vidas¿A qué crees que se debe?

Los jóvenes están creciendo en un mundo en el que esperan que las cosas vayan mal. Ven el futuro como una perspectiva muy tensa. Saben que estamos en crisis y que, hagan lo que hagan con sus vidas, va a ser su trabajo mientras vivan. No hay soluciones rápidas para nada. Según mi experiencia, muchos de ellos hacen preguntas conmensurablemente serias, preguntas teológicas. Quieren hablar de lamentación, arrepentimiento, confesión y redención.

Esas son palabras que llevan prácticas vinculadas. Tienen gravedad. Sus respuestas no se encuentran en el ámbito político ni en el mundo de la educación secularizada ni en la cultura.

Sí, existe un desdén intelectual en el mundo académico respecto a estas cuestiones teológicas. Dime por qué crees que es importante hablar públicamente de ello.

Son formas serias y rigurosas de pensar y analizar. Posiblemente sean existencialmente relevantes para saber si realmente prosperamos como especie en este siglo, o simplemente sobrevivimos. Porque todos nuestros grandes retos como especie tienen una enorme dimensión moral. Y la gente no deja de tener vidas espirituales y morales en ausencia de una creencia en Dios o en ausencia de una afiliación religiosa.

Si tuviera 20 o 30 años por delante trabajando en esto, me preguntaría: ¿Cómo desbloqueamos la riqueza que tienen estas tradiciones, la inteligencia que tienen estas tradiciones? ¿Cómo utilizamos nuestra capacidad de imaginación moral al servicio del mundo?

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