La hegemonía como fenómeno social es antiquísima en la humanidad; pero quien más la ha estudiado es Antonio Gramsci, gran pensador italiano y revisionista del marxismo. Para este autor la hegemonía está asociada al dominio que ejerce una clase poderosa al resto de la sociedad, mediante las instituciones culturales. En consecuencia, toda práctica hegemónica tiene como finalidad la supremacía de las élites políticas y económicas a través de la captación de dirigentes de la sociedad civil y la implantación de “políticas consensuales” desde el modelo educativo, el derecho, las organizaciones partidistas, la opinión pública y los medios de comunicación.
El análisis gramsciano resulta clave para comprender la realidad comunicacional en el presente siglo, marcado por el auge tecnológico, las redes sociales y la desinformación. Pues, la hegemonía se traduce en una relación directa entre la cultura y lo político. No es un dominio de tipo coercitivo, como algunos suponen, sino que se va dando de manera progresiva en el marco de unas reglas del juego institucional para crear una especie de legitimidad del proyecto dominante en el ideario colectivo.
Desde esta perspectiva, la cultura representa un espacio hegemónico que reproduce valores acordes con los intereses del proyecto político dominante y genera una especie de conformismo entre los miembros de la sociedad. No es una imposición radical, más bien resulta sutil y va adormeciendo paulatinamente la forma de pensar y actuar de los individuos para eliminar cualquier amenaza al estatus quo. En ese proceso cultural los individuos perciben que sus intereses se ven reflejados y los entremezclan con la clase dominante para luego ser absorbidos por el modelo hegemónico.
El análisis de Jesús Alberto Castillo sobre el periodismo frente a la hegemonía comunicacional se centra en la importancia de entender la realidad comunicacional actual, influenciada por el avance tecnológico y las redes sociales. Su trabajo utiliza el análisis gramsciano para comprender la hegemonía en el contexto del periodismo. El estudio destaca la larga historia de la hegemonía como fenómeno social y su impacto en la comunicación. En resumen, Castillo explora cómo el periodismo navega y se enfrenta a las dinámicas de poder en el ámbito comunicacional moderno.
Jesús Alberto Castillo, en su análisis, conceptualiza la hegemonía en la comunicación como un proceso de dominantización cultural y mediática en el que ciertos grupos o instituciones ejercen una influencia predominante sobre la producción y circulación de mensajes. Esta hegemonía no se limita a la imposición de ideas o discursos, sino que también establece un marco de sentido que normaliza ciertas narrativas y valores, logrando que sean aceptados como naturales o universales por la sociedad.
Castillo adopta una perspectiva gramsciana, entendiendo la hegemonía como una forma de poder ideológico que se mantiene no solo a través de la fuerza, sino mediante la construcción de consensos y la hegemonía cultural. En este contexto, los medios de comunicación juegan un papel crucial al ser instrumentos que consolidan y reproducen esa hegemonía, influenciando la opinión pública, las formas de percepción y las prácticas sociales.
En su análisis, Jesús Alberto Castillo otorga a las redes sociales un papel fundamental en la configuración y transformación de la hegemonía comunicacional. Las redes sociales son vistas como espacios de resistencia y de ruptura con los modelos tradicionales de poder mediático, que previamente estaban dominados por grandes medios de comunicación y estructuras institucionalizadas.
Castillo destaca que las redes sociales han democratizado la comunicación, permitiendo que voces antes silenciadas tengan mayor alcance y visibilidad. Sin embargo, también advierte que, pese a esa democratización aparente, las redes sociales pueden reproducir y reforzar ciertas lógicas de hegemonía, como la viralización de discursos hegemónicos o la influencia de grandes actores económicos y políticos.
Además, las redes sociales transforman el «campo» mediático en un espacio donde tanto las instituciones tradicionales como los nuevos actores (usuarios, influencers, movimientos sociales) disputan la interpretación de la realidad. Esto puede generar procesos de «contrahegemonía», donde se desafía el control discursivo establecido, pero también puede facilitar la circulación de discursos hegemónicos si estos logran ocupar esos espacios de manera predominante.
Jesús Alberto Castillo propone varias estrategias para que el periodismo pueda afrontar los desafíos de la hegemonía comunicacional y las transformaciones en el contexto de las redes sociales y la tecnología. Entre ellas, destacan:
- Autonomía crítica: El periodismo debe buscar mantener su independencia frente a los poderes económicos, políticos y propagandísticos, cuestionando las narrativas oficiales y evitando convertirse en un mero reproductor de discursos hegemonicos.
- Resistencia creativa: Es fundamental que los periodistas desarrollen prácticas y estilos que fomenten una participación activa y reflexiva del público, promoviendo distintas voces y miradas críticas que desafíen la hegemonía dominante.
- Fortalecimiento de la ética y la responsabilidad social: La credibilidad del periodismo recae en su responsabilidad ética, por lo que debe priorizar la verificación rigurosa de la información, la transparencia y el compromiso con la verdad.
- Innovación en formatos y canales: Adaptarse a las nuevas tecnologias y plataformas digitales, mediante el uso de formatos variados, multimedia y redes sociales, para llegar a diferentes públicos y combatir la manipulación o la desinformación.
- Formación permanente: Capacitarse constantemente en nuevas prácticas digitales, análisis crítico, y en enfoques que permitan entender mejor las dinámicas de la hegemonía y la resistencia en la comunicación.
- Construcción de contraconocimientos: Fomentar el desarrollo de contenidos que desafíen las narrativas hegemonicas, promoviendo la diversidad de perspectivas y promoviendo una ciudadanía crítica y participativa.
En síntesis, Castillo enfatiza que el periodismo debe ser un actor activo, ético, innovador y crítico, capaz de resistir y desafiar las formas de hegemonía comunicacional, fomentando una ciudadanía informada y participativa.
Para Castillo, las redes sociales son un elemento clave en la lucha por la hegemonía, ya que posibilitan nuevas formas de participación, discurso y resistencia, pero también pueden ser utilizadas para reproducir y fortalecer los mecanismos de dominación comunicacional existentes.
En resumen, la hegemonía en la comunicación, para Castillo, es un proceso dinámico en donde ciertos actores logran liderar el campo mediático y cultural, estableciendo los marcos interpretativos predominantes en la sociedad.