• Sáb. Ago 23rd, 2025

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Los 15 años: un día de plácemes para Sophia Isabella

La cumpleañera con su papá.

Recientemente, el pasado 22 de junio fue un día de plácemes para Sophia Isabella y toda su familia

Sophia cumplió sus 15 años y con ello el inicio de un fantástico y paradisiaco recorrido en su vida:

“Sophia en su propio País de las Maravillas”
(Inspirado en el clásico de Lewis Carroll)

Por Rosa Gómez H.


Sophia Isabella es una chica diferente.
Irreverente, sensible, intensa.
Vive entre dos mundos: el de lo que deja atrás y el de lo que la espera,
con los pies en Venezuela y el alma viajando al encuentro de su propia verdad.

Un día cualquiera —que no es cualquier día— cae por una madriguera invisible:
esa que se abre cuando todo a tu alrededor parece no tener sentido.
Como Alicia, Sophia llega a un mundo extraño, lleno de preguntas sin respuestas,
personajes absurdos, cambios bruscos, emociones desbordadas.

Allí, como en su vida, se encuentra con desafíos:
cambia de tamaño como cambian sus ganas y su ánimo,
a veces furia, a veces dulzura, a veces silencio.

Se cruza con un gato que le sonríe y desaparece —como las certezas—,
con reinas caprichosas que gritan órdenes sin entender nada,
y con una oruga que le lanza preguntas sin decirle cómo contestarlas.

Pero Sophia no se rinde.
Aunque a veces sienta que nadie la entiende,
aunque tenga a su mamá, tías y primas lejos físicamente pero muy cerquita siempre,
y a su papá, hermano, hermanitas y a Kelly —esa madrastra que ha sido otra madre—
cerca pero también separados por lo que duele y no se dice,
ella busca.
Busca quién es.
Busca su voz.
Busca su libertad.

Y ahí, justo ahí, hay alguien que no deja de estar:
Fidel, su papá.
Un hombre de espíritu libre, que ama la aventura,
pero ha decidido quedarse,
anclar su alma a la suya
como faro en mitad del bosque.
No con jaulas ni cadenas,
sino con presencia, cuidado y silenciosa ternura.
Él vigila el borde de su madriguera,
aunque no entienda del todo lo que hay dentro,
porque sabe que ser padre también es
esperar, sostener, y dejar ser.

Y aunque su abuela Hortensia tuvo que trascender antes de que Sophia llegara a los quince,
ella sigue allí, en otra forma.
Sigue, cuidando sus pasos desde ese rincón donde habitan las almas grandes.
Sigue, soplándole al oído la audacia de las mujeres que no temen ser.
De ella heredó Sophia el espíritu de aventura y libertad,
esa fuerza que no se ve,
pero que la empuja cada vez a  que se atreva a ser ella misma.

Y como Alicia, un día Sophia descubre que no está loca.
Que su mundo, aunque incomprensible, está lleno de sentido.
Y que ella puede decidir quién quiere ser,
sin pedir permiso.

Porque aunque todo parezca un sueño raro o una pesadilla política,
Sophia está despierta.
Y sabe que no está sola.
Hay un ejército invisible que la acompaña —de un lado y del otro del mundo—,
esperando que ella encuentre la salida…
no para irse,
sino para ser.

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