Por José Luis Centeno S.
“Gocho” ganó aceptación social y lexical tras investigación rigurosa.
Hace diez años, dos apasionados por la cultura y la lengua venezolana, el historiador Walter Márquez y la periodista Mariana Duque, emprendieron una cruzada que bien podría considerarse un acto de amor propio.
Apuntaron a la inclusión de la palabra “gocho” en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) como adjetivo gentilicio o forma válida de referirse a los habitantes de la región andina en Venezuela. El propósito no solo era rescatar una voz popular, sino darle cuerpo a una identidad colectiva.
Como detectives de la identidad y la palabra, Márquez y Duque documentaron cómo los propios andinos resignificaron esa voz y la convirtieron en un estandarte de orgullo y pertenencia. No fue fácil para ellos despojar a “gocho” de su caparazón insultante, de claras connotaciones peyorativas, pero nadie como el gocho para tomarse la adversidad con seriedad y buen humor al mismo tiempo.
Partieron de un principio clave: “gocho” no es un vulgarismo ni una expresión coloquial despectiva, sino una voz que fue adquiriendo, a lo largo de la historia venezolana, un profundo arraigo como autodeterminación legítima de los habitantes de la región andina. No se trata de una ocurrencia reciente ni de un modismo pasajero, sino de una palabra que ha evolucionado en su significado y aceptación.
En su libro “Historia de la palabra gocho en Venezuela”, que contiene el “Informe para la Academia Venezolana de la Lengua correspondiente a la Real Academia Española, para la solicitud de incorporación al Diccionario RAE de la palabra “gocho” como un adjetivo gentilicio”, Márquez y Duque despliegan una sólida base de argumentos y evidencias que respaldan esta afirmación.
Recopilaron crónicas y referencias desde tiempos coloniales hasta el presente, donde “gocho” aparece en variadas fuentes escritas con el sentido genuino de designar a los oriundos de los Andes venezolanos. Estos testimonios históricos muestran el uso paulatino, que pasó de la simple etiqueta a una identidad dignificada.
Documentaron el empleo de “gocho” en textos literarios, artículos periodísticos y ensayos que muestran su uso común y natural, reflejando la opinión pública y la cultura popular. Más allá de la jocosidad, evidenciaron el uso del término en medios formales y en referencias culturales importantes, lo que destaca la aceptación social y académica de la voz.
De igual modo, los autores recogieron numerosas expresiones orales y relatos de personas de distintas generaciones que utilizaron “gocho” como epíteto afectivo y de orgullo regional, evidenciando cómo la palabra permanece viva, vigente y positiva en la comunicación diaria entre venezolanos, especialmente en los Andes.
Un dato interesante que añaden los autores es la adopción del término por parte de visitantes y migrantes extranjeros al interactuar con las comunidades andinas. Muchos testigos foráneos identificaron la palabra como natural para referirse a los ciudadanos originarios de esa zona, lo que refuerza su validez y uso extendido.
El punto culmen de la defensa de la palabra “gocho” radicó en la voluntad decidida de Márquez y Duque de romper con la percepción antigua y errónea que la vinculaba exclusivamente a una connotación vulgar o insultante. Los autores aportaron pruebas contundentes que desmontan esa apreciación, mostrando que, dado su fuerte arraigo en la identidad regional y nacional, y su aparición frecuente en contexto formales, académicos y culturales, el término “gocho” superó ya cualquier estigma.
Gracias a esta recopilación meticulosa, que incluyó registros lexicográficos previos, usos históricos, testimonios directos y análisis sociolingüísticos, Márquez y Duque ofrecieron un panorama claro de un término que ha ganado dignidad y prestigio en la cotidianidad y en la conciencia colectiva.
Así, evidenciaron que la incorporación de la palabra “gocho” al Diccionario de la Real Academia Española era más que un acto lexicográfico: es un reconocimiento cultural que valida la riqueza y diversidad del español hablado en Venezuela.
El camino recorrido por Márquez y Duque no fue pasajero ni sentimentalista, sino alentado por el rigor y la investigación. Con respaldo académico y social lograron demostrar que el español es, y debe ser, la lengua del pueblo que habla, vive y sueña. Gracias a esa tenacidad y rigurosidad, hoy, la palabra “gocho” brilla en el centro del diccionario más importante del mundo hispano.
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