Luego de cuatro sábados ausente, hoy retomo este trabajo de divulgación periodística, destinado a aclarar dudas y proveer las herramientas básicas que permitan una escritura medianamente aceptable.
Para mí es grato saber que crece cada día el interés por deshacerse de esos vicios que ajan y envilecen la expresión escrita y oral. Digo que me es grato porque por diversas vías recibo inquietudes interesantes sobre las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana.
Durante la ausencia, que fue por motivos ajenos a mi voluntad, muchos lectores me preguntaron si había decidido retirarme. Nada de eso; solo que mis actividades que derivan de mi ocupación de periodista institucional, aunadas al hecho de que me quedé sin computadora (ordenador), hicieron que me apartara momentáneamente; y aunque todavía no he recuperado el equipo con el que normalmente elaboro los textos, dispongo de uno que, aunque es muy básico, me permite seguir siendo útil a aquellas personas que han entendido la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera.
Hoy les hablaré de varios casos que he abordado en varias oportunidades por dos razones fundamentales: porque son muy recurrentes y porque algunos lectores me piden que vuelva a mostrarlos. Y como este es un espacio para aclarar dudas y tratar de que los interesados puedan adquirir soltura, cada vez que puedo doy un repaso, siempre con un enfoque modificado; pero con la misma finalidad.
La omisión de la preposición «a» antes del verbo hacer y otros que comienzan por la letra a, es muy frecuente en escritos publicados en redes sociales y aun en medios digitales, lo cual es indicativo de que el mal ha hecho metástasis en otras áreas. Lo cuestionable es que los autores son personas a las que siempre se les ha estimado por poseedoras de un alto nivel intelectual, lo cual como es lógico suponer, conlleva un relativo manejo de la gramática y la ortografía; pero me he topado con impropiedades que son impensables de alguien que se precie de muy cultivado.
Es frecuente leer expresiones viciadas, como: «Voy hacer la tarea», «Él va hacer un pastel», «Ella va actuar como si nada hubiera pasado, para no despertar sospechas», «Vamos armar el expediente». Cualquier lector descuidado no notará que en cada uno de los ejemplos falta la preposición «a», que en los actuales momentos ha comenzado a tornarse en un vicio difícil de combatir. Las formas correctas son: «Voy a hacer la tarea», «Él va a hacer un pastel», «Ella va a actuar como si nada hubiera pasado, para no despertar sospechas», «Vamos a armar el expediente». Como habrán podido notar, no es nada difícil; solo hace falta un poco de sentido común.
El caso del bendito vaso de agua, del que he perdido la cuenta de las veces que lo he comentado, se mantiene vigente, pues algunos sabidillos del idioma se han empeñado en cuestionarlo sin ningún argumento que convalide su «tesis». Solo se les ocurre decir que los vasos no están hechos de agua, y lo dicen con regocijado orgullo, porque creen que ese es el único uso de la preposición «de».
«Un vaso con agua» y «Un vaso de agua», aunque parezcan lo mismo, no lo son. Hay entre ellos una sutil diferencia que conviene conocer en función de usar ambas frases de manera adecuada. Un vaso con agua puede ser desde una gota o hasta que el vaso esté casi lleno o lleno; en tanto que un vaso de agua es la cantidad exacta del preciado líquido que cabe en un vaso, lo cual pudiera ser considerado como una forma de medir líquidos.
De no ser válida la expresión un vaso de agua, tampoco las serían «un plato de sopa», «una copa de vino», «una noche de farra», «un ventilador de techo», «un vaso de leche», «Una taza de café». Se debe tener presente que ambas formas son usables; con el entendido de que un vaso de agua no es incorrecto. De modo pues que, amigo lector, amiga lectora, no teman ser corregidos al pedir un vaso de agua, pues los equivocados son otros.
Cierro con una aclaración sobre setiembre y septiembre, pues hay quienes creen que el nombre del noveno mes del año estaría mal escrito si se omitiera la «p». No es cierto. Está en la lista de los vocablos con doble ortografía. ¡Yo prefiero setiembre! ¿Y ustedes?