
Se pusieron agresivos porque los números por más promesas y por más paseos en aviones que hagan, por más mitin portátil que escenifiquen, cada día la brecha es más grande, porque la participación es mayor. En Portuguesa, Primitivo Cedeño cumpliendo con las órdenes superiores, tumbó árboles, puso el alcabala que jode, se fue a los terminales a prohibirles a las líneas de transporte que ni se les ocurriera alquilar unidades para el acto de la oposición el miércoles 17 en Guanare, detuvieron en operativos a los transportes improvisados para pedir cédula y retardar la llegada, se llevaron el sonido y la gandola que nos serviría de tarima y, como decía mi mamá, es que somos hijos del rigor, que mientras más aprietan, más luchamos por superar las dificultades.
Pero la respuesta fue colosal, gigantesca, extraordinaria, nunca vista en Portuguesa. Los últimos dos actos políticos que se hicieron en la Avenida Unda de Guanare, a la que Chávez nunca se atrevió a pisar, que sobrepasaron cualquier expectativa fueron los de Lusinchi en 1983 y Capriles en el 2012.
El de María Corina Machado en respaldo al próximo Presidente de la República, el doctor Edmundo González Urrutia, lo superó con creces. Muchos experimentados en la materia sacaron cuentas: dos kilómetros, por seis metros de ancho, son 12 mil metros cuadrados, por tres personas por metro cuadrado son 36 mil. Súmele dos por cada moto, los que estaban en edificios y techos a lo largo de esta arteria vial capitalina, llegaría a unas 40 mil personas, sin transporte, simplemente porque les dio la gana de retar a este régimen, que en 25 años no ha sido capaz de resolver los problemas más cotidianos de la gente.
Después de ver aquel río humano desbordado desde todos los puntos de la capital espiritual de Venezuela, dijo uno de tantos seguidores de Maduro: “A la verga, no quedó para nadie”. Y en esa sintetizada frase de resignación y asombro, las encuestas dieron una vuelta en el estado, para derrotar al madurismo y a sus secuaces, alabarderos y cómplices, en los catorce municipios de Portuguesa, entidad federal que hace un mes daban por roja y a la que reforzaron con Nicolás, Delcy y Jorge, Cabello en cuatro oportunidades y hasta Silvestre Dangond, pero la voluntad firme de cambio que hay en el país, ha dado al traste con el abuso de poder, el peculado de uso, la corrupción, la campaña sesgada, la amenaza a los medios que no aceptaron publicidad, la intimidación.
Ya hicieron el trabajo los comandos, los partidos, los comanditos, el voluntariado, la gente por su cuenta. Todas las mesas de los centros de votación están cubiertas con un grupo de unas diez personas por cada una, que deben cumplir con la tarea de garantizar que el proceso sea transparente, que impida el voto asistido irregular, que no caiga en la tentación del soborno, que vigile al funcionariado del CNE, que entienda que no están solos para ponerle el límite que establece la ley al Plan República, que cuide el acta final, que no se separe de la mesa sin que entre su testigo suplente, que no le coma cuento al madurismo, que ellos saben que están derrotados y que ninguno de ellos se va a inmolar o a trasnochar por un tipo que ni siquiera esperanzas alimentó. Y los comanditos activos para apoyo a testigos y miembros de mesa.
Esa es la batalla final, que no será un juego de flores, sino una defensa de la libertad y de la democracia, que hoy más que nunca deben significar bienestar, desarrollo, progreso, regreso de las familias, salarios y pensiones dignas, reinstitucionalización del país, separación de poderes, eliminación definitiva de la reelección indefinida y respeto a la gente. Con María Corina garantizamos el cambio, con el Presidente González Urrutia, el respeto a la Constitución y la garantía de justicia.
Hoy más que nunca, creo que está muy vigente la segunda estrofa de nuestro Himno Nacional: “Gritemos con brío, / muera la opresión. / Compatriotas fieles, la fuerza es la unión”. Pero con la segunda parte, veo reflejada la mano de Dios: “Y desde el Empíreo / el Supremo Autor / un sublime aliento / al pueblo infundió”. Este aliento se llama María Corina Machado, la dama de la libertad, nuestro José Antonio Páez encarnado en esa valiente mujer venezolana que, con su fuerza, su coraje, su fe, encaminó a este pueblo harto de humillaciones, complicidades, de las miserias de la mayoría y de los privilegios de la minoría roja y con ese corazón inmensamente venezolano, conducirá junto al pueblo venezolano, a Edmundo González a Miraflores.
No crean en baños de sangre, ni en amenazas de derrotados, ni en guapetones de barrios que se creen dueños de Venezuela. El 28 de Julio, este próximo domingo, la civilidad se volverá a imponer en nuestra adolorida Nación, para convertirla en esperanza, tierra de gracia, trabajo de todos e inclusión total. La semana que viene, aunque tengamos que esperar cinco meses, nace una nueva Patria, por voluntad de cada uno de sus hijos.
Votemos, cuidemos y cobremos.