En agosto de 1977, más o menos por estas fechas, en una calurosa tarde de verano, de esos estíos requetecalientes de Nueva York, un rayo cayó sobre una estación eléctrica y dejó a la Capital del Mundo sin luz por unas 24 horas. Fue tal el acontecimiento, que los productores cinematográficos de Hollywood estrujaron el cerebro de guionistas y escritores de diverso tenor, y se filmaron unas diez películas sobre hechos, ocurridos o no, fantaseados y no, en la Gran Manzana. ¿Qué dijo el alcalde Abraham Beame? Que “un rayo ocasionó el percance”. ¿Qué dijeron los técnicos? Que un rayo ocasionó el percance. ¿En qué se basaron los guionistas? En que un rayo ocasionó el percance. Eso sucedió en una ciudad y un país, donde el mantenimiento es sagrado; y, criminal, no atenderlo debidamente. ¿Cómo no ocurrir en Venezuela donde esa palabreja nunca ha aparecido en el diccionario gubernamental? (En épocas de Luis Herrera se propuso un Ministerio de Mantenimiento que no fue acordado). Lo nuestro; lo que hizo fallar la energía eléctrica a las 4 y pico de la mañana del viernes último, no fue un rayo, efectivamente. Se debió a que el Sistema Interconectado Nacional tiene colgado un cartelito que dice “fuera de servicio” y las líneas de 765 y 400 kilovatios, colapsaron. Es decir, Señor Ministro Cabello, que la falla es estrictamente técnica. No dudamos de que algún jalamecates lo haya proveído de la información sobre el saboteo al sistema eléctrico, lo cual, también es cierto. Pero no se produjo el viernes pasado. Lleva cierto tiempo en ese merequetén. Desde que Tarek Saab achacó a una iguana haberse comido el cable, hasta la culebra del viernes. Eso nos involucra a muchos (lo de comernos un cable), pero intentamos encontrar alguno desconectado, como están casi todos, para eludir a la culebra. Fíjese, Señor Ministro, que, como en Margarita, una parte de la isla depende de otro sistema (no de Guri), se fue la luz, solo en la mitad del estado, aunque allá se padece de este problema, a diario, casi como en el Zulia, por muchos años.
En cuanto al saboteo por la oposición, no dudamos que opuestos al gobierno, haya técnicos con esa capacidad. Pero, ni son la oposición, ni pertenecen a una secta opositora específica que querría ocasionar este disturbio. Se trata de gente seria. Se lo juro por ésta, Señor Ministro, que darían su vida porque tengamos el mejor servicio eléctrico del planeta, y que, además, sepamos preservarlo. Llame usted a esos técnicos, en la seguridad de que atenderán su requerimiento, que, por el gesto, sería hidalguía.
$65.000 millones.
Un día cualquiera, hace muchos años, el presidente Hugo Chávez, cansado de reclamos porque la luz sufría algunos cortes, anunció en cadena nacional que asumía el compromiso de resolver el problema eléctrico del país, y a tal efecto, entregaba a Corpoelec, nada menos que 65 mil millones de dólares. Eran épocas de Jessi Chacón y del general Motta Domínguez. Chávez no hablo de paliar, ni remendar, ni suturar, ni corregir entuertos, ni aplicar marcapasos. Fue claro y conciso: ¡Resolver el problema! Y para ello, aportó la monstruosa cifra antes citada. Ese mismo día, también declaró el obsequio de 65 plantas termoeléctricas para Cuba, las cuales, leímos en un medio mayamero, y que fueron conectadas a “establos de jineteras”. (Ignoramos la certidumbre de esa información). El hecho es que Cuba hoy, está peor que nosotros en el servicio eléctrico. Y pese a los 50.000 barriles diarios de petróleo que aporta Pdvsa, casi toda la isla está a oscuras.
Pero retornemos a Venezuela. Es preciso, Señor Ministro Cabello, que usted ordene una auditoría sobre el dinero recibido por Jessy Chacón y Luis Motta Domínguez. Usted no tiene deudas con el Sistema Eléctrico. Haberlo colocado de nuevo en Min-Interior reivindica su jerarquía gubernamental y partidista. Desde fuera observamos esa jugada como un pase de factura a Jorge Rodríguez por haber sido tan pésimo jefe de campaña, y peor aún, tan descifrable escrutador electoral, pese a haberse jactado, sonrisilla en ristre, días antes, de tal vez no saber mucho de psiquiatría, pero sí ser el non plus ultra en materia de elecciones. De manera que, elegantemente, el señor Maduro le dijo a Jorge Rodríguez, “vuelve a tu AN que Diosdado y yo vamos a manejar este país, según nuestro criterio”.
Auditoría.
No es tan difícil, Señor Ministro. Busque técnicos de verdad-verdad, que en Venezuela los hay (y los mejores del mundo), para que le ofrezcan alguna orientación al respecto, aun siendo opuestos al gobierno. Recordamos a un ingeniero (¿Cabas?), a quien suponemos pirado en algún rincón extranjero, por advertir que sucedería lo que ha venido sucediendo. Y nunca lo vimos retador ni altanero. Al contrario, Señor Ministro, siempre muy educado y bien trajeado, muy culto en su materia y tal vez el mejor conocedor del Sistema Guri. Estamos seguros, aunque no tenemos el honor de conocerlo, que si usted le pide que venga con su linterna a iluminar el camino para encontrar la solución, lo hará. (Borrón y cuenta nueva). E igual Marcos Acuña y otros, cuyos nombres también podría proporcionarle. Y esos ingenieros, Ministro, poseen la destreza para diseñar una auditoría, a fin de que usted compruebe qué es lo que se hizo en Corpoelec, qué ha dejado de hacerse con los $65 mil millones que autorizó Hugo Chávez. Y, ¿qué falta? para, como ofreció el presidente Chávez, resolver el problema. El propósito, desde luego, no es tomar represalias ni infligir castigos. El objetivo es, no errar el tiro de nuevo, como con seguridad ocurrirá, si usted escucha solo a quien le habla de saboteos. Créame, también, Señor Ministro, hay personas, venezolanos, hijos de esta tierra, incapaces de provocar algún perjuicio a un país que es nuestro. De todos. Pero también hay gente inepta, Señor Ministro (usted lo sabe) que se esconde tras cualquier excusa para salvar su honrilla muy aporreada. Y, sí, también los hay malvados.
Epílogo bíblico.
Dios dijo: “¡Hágase la luz”, pero Corpoelec respondió: “¡Apaguen esa vaina!”.
(José Angel Borrego)