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La Naturaleza humana: ¿Innata violadora de la Libertad de Expresión? Por Dr. Oswaldo R. Hevia Araujo

Luis Gonzalo Pérez.
Dr. Oswaldo R. Hevia Araujo.


¿Es inherente u obligado el que una ideología o pensamiento político sea el origen exclusivo y determinante como praxis de la violación de la libertad de expresión o responde a la naturaleza humana esa conducta como algo innato o íntimo? Primero, si, se admite que el término “naturaleza humana” ha tenido amplia aceptación desde lo filosófico, pero también sigue siendo observada por la ciencia, a través de la neurociencia, psicología y ciencias sociales porque en ocasiones afirman que sus efectos han ofrecido una imagen de la naturaleza humana o humanidad. Segundo, lo anterior lleva a derivar y considerar otras apreciaciones, que, al situarnos en el ejercicio del poder, sea familiar, escolar o desde lo más vinculado con lo ideológico político, nos lleva a esta otra interrogante: ¿Es la violación de la libertad de expresión propiedad de la gobernanza democrática o pertenece únicamente a los regímenes autocráticos y dictatoriales?
Lo innato, es un vocablo común en filosofía para destinar lo que pertenece a un objeto debido a su naturaleza y no por su correlación con otro. Es el deber ser sin sus relaciones. La naturaleza humana cumple íntimamente en el terreno de la familia, en nuestros primeros pasos como hijos, en relación con nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos y demás miembros. Como ejercicio, recordemos las relaciones familiares, que, por supuesto responden también a las relaciones de la cultura, costumbres y otros ritos sociales que no se pueden objetar eran completamente diferentes a los de una familia actual. Así pues, extrapolemos un poquito nuestros pensamientos, adaptando esas relaciones a lo que hayamos experimentado. Sé, que no podríamos borrar de la memoria frases como estas: “Mire niño, usted se calla, porque aquí quienes tienen el derecho de hablar o discutir son los mayores” o esta otra perla, “Vamos, los niños para el patio. En conversaciones de los ‘grandes’ los niños no participan”. Y, así múltiples otras expresiones acompañadas con la amenaza de un “correazo” o un grito subido de tono. Otra muestra muy familiar, que puede caer dentro de lo humorístico, sin perder lo serio del asunto, se da en algunos matrimonios con un “cállate que no te incumbe” o “aquí quien tiene la razón soy yo”. (Obsérvese mi “previsión” al no especificar el género de la autoría. ¡Así, no se me puede acusar de discriminación alguna!).
En ese orden, pero ahora yendo más allá, en lo académico, en la Educación universitaria, en cuatro escenarios: el democrático en contraste con el autoritario y en dos países, Inglaterra y Venezuela. Pueden ser muchos más. Estas líneas se originan de la lectura de artículos que me causaron cierta desilusión en cuanto la gerencia universitaria y el uso y abuso de poder. Dichos escritos, se refieren a la hipotética violación del derecho a la libertad de expresión, por cierto, sobre temas de mucha controversia mundial en la actualidad. Todos afines a las luchas por los derechos civiles y políticos que ocurren y han dado fuerza a determinados movimientos sociales: la revolución sexual, el feminismo, el ecologismo, el veganismo, la sexo diversidad, Ideología de género, entre otros concluyentes de la ideología “progresista”. Aclaro que no son tópicos centrales de este artículo. Solamente sirven de referencia colateral acerca de la problemática holística sobre la violación de la libertad de expresión a nivel universitario.
Uno de los artículos, trataba sobre la “Cultura de la cancelación: Reino Unido ha eliminado la protección legal sobre la libertad de expresión”. Al respecto, Sean Stevens, director de la Fundación para la Libertad Individual y la Expresión (FIRE), al resguardar a las universidades, en lo atinente a su protección, defensa y promoción de la libertad académica, la libertad de expresión y la libre investigación, señaló categóricamente que varias de las universidades más prestigiosas de Europa: “tienen administraciones más represivas. Los estudiantes saben que obtener un título universitario en ciertas escuelas puede ser a expensas de sus derechos de libertad de expresión”. Otro artículo, habla que más de 600 académicos británicos, entre los que se encuentran siete premios Nobel protestan esa “cultura de la cancelación” en las universidades (eliminación de leyes que protegen la libertad de expresión), que censuran las ideologías en forma antidemocrática y alejadas de lo jurídico. ¡Anulan leyes que no limitan la expresión ni fomentan el odio!
Mi opinión muy personal, sin entrar en detalles porque no es el punto central de estos contenidos, en uso de mi derecho humano de expresarme libremente y respetando opiniones en contrario, es de estar de acuerdo con importantes teóricos a nivel mundial, en que la “Ideología de género”, al mencionar ese único tema, considero va en contra de la ciencia, la historia y las diferentes disciplinas específicas tales como las antropológicas, sociológicas y psicológicas que enseñan y demuestran el principio de que las personas nacen de una relación entre hombre y mujer, por lo que el pensamiento contrario a esa idea constriñe la biología, que inducen hipotéticamente a que es impuesto por instancias internacionales que buscan adoctrinar a la población contra la familia y sus normales consecuencias como lo son los hijos, producto de una relación natural entre un hombre y una mujer, de cuya unión a su vez nacen niños o niñas, seres humanos que biológicamente existen y no otros. Agustín Laje (2019), acreditado investigador de esos tópicos, afirma que la ideología de género “Es un conjunto de ideas anticientíficas, que con propósitos autoritarios desarraigan de la sexualidad humana su naturaleza y la explican, exclusivamente o tienden a explicarla exclusivamente a partir de la cultura, de modo de presentar al ser humano en sus términos sexuales como un sujeto culturalmente construido que es fácil de ser deconstruido, entonces la política atendría la misión de deconstruir esa sexualidad (…) una suerte de tabula rasa, a partir de la cual nosotros a través de nuestras (Sic) auto percepción podemos inscribir ontológicamente nuestras (Sic) identidad, nuestra realidad pasa a ser un producto de nuestra percepción …”. Ante esas apreciaciones citadas: ¡Otras opiniones las respeto más no las acepto’
¡Ah, pero en la Venezuela actual, es muy común que ocurran situaciones sino iguales, parecidas, en cuanto a la violación de la libertad de expresión! No quiero decir que no se hayan presentado algunos casos semejantes a los antes mencionados. Siempre ocurre uno que otro “desliz o intención”. Así, al hacer una traslación de este mal utilizado ejercicio de poder en la universidad de nuestro país, se puede señalar que se vienen acumulando graves problemas de índole fundamentalmente gerencial desde hace más de 25 años, un ejemplo es el nombramiento reciente como ministro de ese nivel a una persona sin experiencia docente o de investigación. Su reconocible experticia: ser Político. A colación traigo un artículo que hace poco publiqué sobre el abuso de poder por parte de algunas autoridades de universidades en Venezuela. Vuelvo sobre mis pasos, sin querer “llover sobre mojado”, para ahora tratar de corroborar que, en nuestras Máximas Casas de Estudio, no en todas, ocurren casos de abuso de poder sobre el derecho humano de la libertad individual y la expresión tanto de profesores como de estudiantes. Pues sí, a ese mundo del absurdo no escapó la educación universitaria. Existen falencias. Recuérdese a la directiva de una Universidad privada que actuó como “apéndice” del régimen venezolano, con una acción despótica y “policial”, coercitiva y amenazadora contra el estudiantado, utilizando acciones “evaluativas” para censurar la libre expresión prescrita constitucionalmente, afectando en consecuencia los derechos civiles y humanos ante el hecho notorio del fraude electoral cometido por el régimen el pasado 28 de julio de 2024.
Para concluir, procediendo comparativamente desde el ejemplo familiar y luego hasta el universitario, en dimensiones y escenarios geográficos e ideológico – políticos diferentes, se pudiera hacer una aproximación interpretativa: “la naturaleza humana, como factor innato, es más influyente o por lo menos igual, que las decisiones políticas e ideológicas contra la libertad de expresión, aunque aparezcan bien definidas y justas en lo jurídico y constitucional, sea un país con gobierno democrático o un régimen dictatorial”. En síntesis, por tanto, pareciese no influye solamente la “intención” y relación de poder en sí mismo, por cuanto la naturaleza humana (Características del ser humano, su forma de pensar o actuar), tiene gran peso, también puede ser causante esencial, innata, de la violación de la libertad de expresión sobre los demás, a cualquier nivel o estatus social, político o ideológico. Colofón de estas líneas, las frases:
“La educación es el arte de hacer visibles las cosas invisibles” (Jean-François Lyotard).
“Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”. (George Orwell)
“Nuestra libertad de expresión no cesa donde comienza la de los demás, sino donde comienza la violencia” (Karl Popper)


03 de octubre de 2024














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